viernes, 13 de noviembre de 2009

POSTER "V COLOQUIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES"

POSTER V COLOQUIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUIMA

V COLOQUIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE GUERRERO

DES DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

PROGRAMAS EDUCATIVOS

ACADEMIAS

LOS CUERPOS ACADÉMICOS

DIRECCIÓN GENERAL DE INTEGRACIÓN DE LAS FUNCIONES SUSTANTIVAS

LA DIRECCIÓN DE INVESTIGACIÒN CIENTÍFICA

LA DIRECCION DE DOCENCIA

DIRECCIÒN DE EXTENSIÓN, DIFUSIÓN Y VINCULACIÓN

EL CONSEJO DE CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN DEL ESTADO DE GUERRERO

Y LOS PROGRAMAS DEL VERANO DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

CONVOCAN AL

 V COLOQUIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

EN EL MARCO DE LA XVI SEMANA NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA

2,3 y 4 de diciembre de 2009

10:00 a 14:00 Hrs.

16:00 a 20 hrs.


AUDITORIOS

UNIDAD ACADÉMICA DE FILOSOFÍA Y LETRAS

Informes: Unidad Académica de Filosofía y Letras : 01-747-47 288 46


I. Justificación
Los serios problemas del mundo actual, la crisis global capitalista y los riesgos de exterminio que enfrenta la humanidad, demandan un conocimiento y una solución integral a la compleja problemática de la naturaleza, sociedad y pensamiento en el presente siglo.
Este conocimiento integral debe ser resultado de un trabajo científico teórico, epistemológico y metodológico inter, multi y transdisciplinario, orientado a superar la fragmentación negativa del conocimiento, particularmente en el campo de las ciencias sociales y las humanidades
Esta perspectiva también es válida para el ámbito académico donde también se observa una fragmentación del conocimiento así como la disociación de las actividades sustantivas, fenómenos que afectan la producción científico-humanística y la formación integral de los nuevos profesionistas. Esta problemática plantea de manera urgente espacios de análisis, reflexión y elaboración de alternativas capaces de enfrentar los feudos disciplinares.
Los complejos y graves problemas del contexto del Siglo XXI, así como los de carácter epistémico, justifican la celebración Anual del Coloquio de Ciencias Sociales y Humanidades.
Bajo esta lógica, los Programas Educativos, las Academias y los Cuerpos Académicos, de la DES-CSyH, la Dirección de Integración de las Funciones Sustantivas, la Dirección de Investigación Científica, la Dirección de Docencia, el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Guerrero y los Programas del Verano de Investigación Científica, convocan al: V COLOQUIO DE CIENCIAS SOCIALES, POLÍTICA Y HUMANIDADES, conforme a los siguientes:

II. Objetivos

1- Pensar el complejo contexto del Siglo XXI

2- Reflexionar sobre los paradigmas y la dialéctica de las ciencias sociales y humanas en la investigación científica.

3- Discutir sobre el enfoque, políticas, líneas, organización y financiamiento y resultados de la investigación científica y extensión de la DES-CSH.

4- Examinar la filosofía, la política y la crítica situación de los Cuerpos Académicos y plantear alternativas de solución

5- Valorar los trabajos de l@s alumn@s participantes en el verano de la investigación del programa Delfín y la Academia Mexicana de Ciencias 2008.

6- Contribuir a la creación de una nueva cultura humanística y científica.

III. Participantes
Participarán los Programa Educativos, las Academias y los profesores (as)-investigadores (as) de los CA de Antropología Social, Filosofía, Sociología, Historia, Literatura Hispanoamericana, Ciencias de la Educación, Ciencias de la Comunicación, Instituto de Investigación Área Humanístico-Social y el Centro de investigaciones y Postgrado en Estudios Socio-Territoriales (CIPES) y la Unidad Académica de Derecho. L@s académic@s que presente ponencias deberán hacer un cooperación de $100.00 con la finalidad de cubrir en parte los costos de la memoria electrónica, constancias y otros gastos que demanda el V Coloquio.
También participarán además, los y las estudiantes que asistieron al verano de la investigación del programa Delfín y la Academia de la Ciencia durante 2009.

IV. Organización
El V Coloquio de Ciencias Sociales y Humanidades abre sentidos espacios para el análisis y discusión de temáticas y paradigmas epistémicos en torno a las ciencias sociales y humanidades en el mundo contemporáneo, sobre los CA, las líneas de Generación y Aplicación de conocimientos, así como para la presentación y discusión de los trabajos de investigación de los profesores-investigadores pertenecientes a los Cuerpos Académicos de la DES-CSyH.
La exposición y reflexión en torno a los trabajos de investigación se realizarán en diez mesas de trabajo que se instalarán en el Auditorios y salones de la Unidad Académica de Filosofía y Letras, de 10:00 a 14:00 hrs. y de 16:00 a 20:00 hrs.
Los resúmenes deben ser enviados a partir de la publicación de la presente convocatoria hasta el día 30 de noviembre de 2009 a los coordinadores de cada mesa con copia a la coordinación general.
Las ponencias deberán escribirse en arial 12 a espacio y medio, citas MLA (1er apellido con mayúsculas y van en el texto, año y página), en versión electrónica y una copia impresa del trabajo, donde además se consignarán los créditos autorales en cinco líneas. Los trabajos que no respeten estos criterios no serán aceptados.

NOTA. SE EXHORTA A TOD@S L@S COLEGAS PONENTES RESPETAR EN SUS TRABAJOS ESTOS LINEAMIENTOS, A FIN DE ESTAR EN CONDICIONES DE PUBLICAR LOS TRABAJOS DE ESTE IV COLOQUIO DE CIENCIAS SOCIALES, POLÌTICA Y HUMANIDADES.

EJES TEMÁTICOS
Mesa 1.Los impactos múltiples de la crisis económica y las políticas públicas del gobierno del Presidente Calderón
Coord. Dr. Medardo Reyes Salinas, correo-e: medareys@hotmail.com

Mesa 2. Estudios sobre diversidad cultural e interculturalidad
● Estudios de Género: Los retos de la equidad. ● Culturas Juveniles, experiencias y luchas sociales. ● Etnicidad ● Cultura Urbana: Repensar la ciudad. ● Territorio y cultura ● Estudios filosóficos, diversidad cultural e interculturalidad
Coords. Dra. Esperanza Hernández Árciga, correo – e: diashda@hotmail.com,
y Dr. Floriberto González González, correo – e: florgogo@hotmail.com

Mesa 3. Estudios sobre pobreza y derechos humanos
● Exclusión social, más allá de la pobreza ● Aspectos teóricos, conceptuales y metodológicos sobre pobreza ● Políticas, proyectos y programas sobre pobreza
Coord. MC Ignacio Eulogio, correo – e: iecla@hotmail.com

Mesa 4. Violencia y seguridad pública.
● Violencia urbana e inseguridad ● Violencia de género e intrafamiliar ● Violencia política ● Violencia laboral ● Masculinidad y violencia
Coord. Dr. Camilo Valqui Cachi, correo – e: drccvc@hotmail.com

Mesa 5. Lenguaje, literatura y estudios sobre comunicación.
Coord. MC Salomón Mariano Sánchez, correo – e: smariano30@gmail.com)

Mesa 6. Coyuntura política nacional y alternativas de cambio desde los movimientos sociales.
● Protesta social y acción colectiva ● Memoria histórica y movimientos sociales
Coord. Dr. Adán Aguirre Benítez, correo – e: adaguirre43@hotmail.com

Mesa 7. Modelos y proyectos de desarrollo, Medio ambiente y Experiencias locales.
● Patrimonio natural y desarrollo sustentable ● Sociedad y medio ambiente ● Aportes y retos de las ciencias sociales frente a la problemática ambiental ● Cultura del agua y sustentabilidad ● Gestión ambiental
Coord. Dr. Federico Sandoval Hernández, correo – e: fede89@excite.com

Mesa 8. Educación superior y alternativas de formación no parametral.
● Nuevos modelos educativos ● Relaciones de Género y Universidad
Coord. Dr. Arturo Miranda Ramírez, correo – e: armira2000@hotmail.com

Mesa 9. Estudios sobre migración
● Nuevos Perfiles y Problemáticas Regionales de la Migración. ● Migración y Desarrollo regional. ● Política Migratoria, Derechos Civiles y Nuevas Ciudadanías. ● Migración y Salud. ● Migración, género y Sexualidad ● Políticas de atención a migrantes
Coord. Dra. Elena Susana Pont Suárez, correo – e: susanapont@gmail.com

Mesa 10. Jornada estudiantil de ciencias sociales y humanidades
Coord. C. Túpac Amaru Sánchez y C. José Manuel Herrera G.

Mesa 11. Calidad de la democracia, gobernabilidad y gobernanza
● Reforma política, procesos electorales y partidos ●
Coord. MC Justino Lozano Alvarado, correo – e: tinoloz@hotmail.com

Coordinación General de Ponencias
Dra. Esperanza Hernández Árciga, correo – e: diashda@hotmail.com,
MC Ignacio Eulogio, correo – e: iecla@hotmail.com
Dr. Camilo Valqui Cachi, correo – e: drccvc@hotmail.com

martes, 27 de octubre de 2009

I SEMINARIO TEORIA Y MÉTODO DE CARLOS MARX 23 DE OCTUBRE DE 2009

PROFESOR CAMILO VALQUI CACHI

INTRODUCCIÓN NECESARIA
Agradezco al Dr. Elías Gómez Avendaño y a los (as) alumnos (as) de la Maestría en Educación de la UPN, por haberme invitado a desarrollar el tema y problema relativos a la teoría y al método de Carlos Marx de cara al Siglo XXI.
Los felicito por haber abrir este espacio científico-humanístico al pensamiento universal y en particular al complejo pensamiento de Carlos Marx, extrañado de algunas universidades e instituciones de Educación del mundo por la burocracia académica y política a través de reformas educativas de mercado, sin más fundamento que la ignorancia, los prejuicios, la mediocridad y el espíritu aldeano, que ha logrado forjar la colonialidad imperial en el terreno de la conciencia y el pensamiento, particularmente en América Latina y El Caribe.
También los felicito, por la orientación Inter. y multidisciplinaria de sus trabajos de investigación y por el pensar críticamente los principales paradigmas filosóficos, epistemológicos y metodológicos contemporáneos, así como la propia realidad del Siglo XXI.
Es tan esencial esta tarea, para enfrentar la otra tarea: pensar y construir la investigación científica y específicamente la tesis profesional.
Por ello, en primer lugar, me permito establecer las siguientes premisas en torno al pensamiento de Carlos Marx:
1. La complejidad de la obra de Marx y Engels, no siempre fue entendida y desarrollada por sus seguidores y las corrientes marxistas que lo reivindicaron en el siglo XX, tanto en lo teórico como en su implementación a través de las experiencias socialistas, particularmente la soviética. Estas rupturas epistémicas dieron pie a un conjunto de perversiones, simplificaciones y vulgarizaciones del marxismo clásico, que terminaron por empobrecerlo, mellar su carácter crítico y enajenarlo de la dialéctica real, como se puso de manifiesto en el colapso soviético,
2. Por lo mismo, es fundamental no confundir el pensamiento de los clásicos Marx y Engels, con el marxismo de sus continuadores,
3. La crisis del marxismo registrada en el curso del siglo XX, amerita un examen histórico y lógico para desmitificar el supuesto fin del marxismo, de la revolución y del comunismo,
4. La comprensión y desarrollo del pensamiento marxista si bien es un proceso teórico crítico y dialéctico, es a la vez un proceso inseparable de la lucha de clases y de una praxis revolucionaria, orientada a la negación radical del orden capitalista, y
5. Tras el derrumbe del socialismo soviético, es insoslayable la tarea de valorar históricamente la primera experiencia socialista mundial que permeó profundamente la vida de la humanidad por espacio de 70 años y examinar los nuevos problemas y desafíos que enfrenta la obra de Marx y el marxismo en el siglo XXI.
En segundo lugar, el análisis de las tesis fundamentales de la obra de Carlos Marx, se hará a través del estudio y debate de temáticas centrales agrupadas en tres unidades, que versan sobre cuestiones filosóficas, epistemológicas y metodológicas necesarias para dar cuenta de las actuales condiciones histórico-concretas y trascender el simple ejerció retórico y academicista. Conscientes de, la importancia científica y estratégica que tiene hoy, la monumental Obra de Carlos Marx y Federico Engels para descifrar y revolucionar el actual capitalismo transnacional, en crisis global, decadencia y tendencias imparables hacia la barbarie.
Esperamos un debate exhaustivo y crítico en torno de las tesis centrales que hoy se presenten.
Bajo esta lógica algunas ideas sobre:
LA ACTUALIDAD E IMPORTANCIA ESTRATÉGICA DEL PENSAMIENTO Y OBRA DE CARLOS MARX EN EL SIGLO XXI
Los trabajadores y los pueblos del mundo en este XXI continúan sometidos al sistema de explotación y opresión del capitalismo transnacional, cuyas políticas de recolonización, depredación humana y natural, guerras sucias imperialistas no han cesado, por el contrario están a la orden del día, como se patentiza en las últimas guerras imperialistas contra Yugoslavia y Afganistán, y el genocidio perpetrado por Estados Unidos y sus socios contra los pueblos de Afganistán e Irak. Con la nueva guerra imperialista ha logrado apoderarse del petróleo y el gas de Irak y prepara condiciones para extender su conquista al Medio Oriente y parte de Asia, así como controlar los corredores geoestratégicos que le permitirían librar con ventaja virtuales guerras contra Rusia y China, y aún contra sus propios aliados. La agresión contra Irak ha intensificado la carrera armamentista mundial, ha inaugurado el nuevo capitulo colonialista del imperialismo estadounidense y también ha patentizado las sordas pugnas inter e intra imperialistas, que bien podría conducir al conflicto nuclear y al exterminio de la humanidad.
Tras la supuesta defensa de la libertad y la democracia en el mundo, Estados Unidos –potencia económica, militar y política en declive-, defiende e impones sus propios intereses geoestratégicos en pugna subterránea con las demás fracciones imperiales y avivando las contradicciones explosivas con los pueblos oprimidos del América Latina y El caribe, África y Asia.
De este modo, el imperialismo capitalista pretende ilusamente escapar de sus crisis cíclicas, contradicciones y limitaciones sistémicas que conlleva su racionalidad inhumana. .
La permanencia de estas premisas objetivas para revolucionar el capitalismo, descubiertas y teorizadas por Carlos Marx, patentizan la vigencia y actualidad de su pensamiento. El siglo XXI, está minado de revoluciones anticapitalistas, como en ninguna otra época la revolución socialista está a la orden del día.
Superando la crisis teórica, las secuelas del colapso soviético, la miseria teórica, los marxismo académicos, institucionales y reformistas, así como la fórmulas mecanicistas, neopositivistas y dogmáticas, es posible que el marxismo encienda la conciencia de los trabajadores y pueblos del mundo y haga realidad la XI Tesis de Marx sobre Feuerbach: Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.
En línea de pensamiento, para cualquier persona del mundo el marxismo significa contar con una poderosa herramienta teórico-metodológica para realizar una lectura crítica y científica, de la realidad en general y en particular del orden capitalista existente, tanto en México como en el mundo. La teoría y el método de Marx posibilitan descubrir a filosofía, epistemología, lógica, racionalidad y movimiento del capital, que producen y reproducen las diversas formas de explotación, dominación y enajenación que impone a las sociedades actuales.
Al mismo tiempo conocer el origen, leyes, contradicciones, tendencias, formas, crisis recurrentes, etapas y periodos del capitalismo transnacional, así como la naturaleza de la sociedad que ha fundado. La teoría marxista es esencial para el ejercicio de cualquier profesión, al proporcionar un complejo de herramientas teóricas, epistemológicas y metodológicas para la crítica de los problemas económicos, sociales, políticos, ecológicos, éticos, científico-tecnológicos, jurídicos y culturales que conforman la totalidad capitalista, a la vez que contribuye a dotar de una conciencia crítica para participar en los procesos de transformación social.
Sólo con una sólida formación humanística y científico-tecnológica, y por ende con un alto compromiso social, político y ético en los diversos escenarios de las actuales sociedades capitalistas, será posible el papel clave de los cientistas sociales en la solución de las complejas contradicciones sistémicas y los problemas económico-sociales del país y el mundo.
Contrariamente, si quienes pretenden generar conocimientos científicos no se liberaran de las grotescas y sutiles formas de enajenación ideológica, política y moral que impone la cotidiana lógica despótica de la plusvalía, ingresarán al mercado de trabajo como mercancías ilustradas fácilmente desechables, incapaces de asumir su propia existencia y por ende alcanzar su plena liberación. Consecuentemente se someterán a las leyes ciegas del mercado y con ello se enajenarán de la historia y de sus pueblos, con ello habrán renunciado a su futuro, no serán capaces de construir su propio destino.

EN ESTA PERSPECTIVA SE FORMULAN LAS SIGUIENTES TESIS:
1. El marxismo, en conocida definición de Lenin, es “el sistema de ideas y la doctrina de Carlos Marx” (Lenin. “Carlos Marx”, en Obras Escogidas en tres tomos, t. I, p. 28). El referente de su fundador resulta aquí esencial al concepto. No se trata de establecer autoridades cuyas palabras se conviertan en ley de sólo pronunciarlas. De lo que se trata es de reconocer en el pensamiento de Marx los principios fundamentales que hacen posible la construcción del aparato teórico capaz de orientar al pensamiento social en la amplia gama de problemas que enfrenta la sociedad.
2. El pensamiento de Marx –y el de Engels, con el que está muy identificado- contiene la lógica de la totalidad social capitalista.
3. Esto no excluye la consideración dentro del concepto de “marxismo” de otras contribuciones que se han hecho en el espíritu de Marx. Por esto, puede definirse al marxismo como el conjunto de escuelas, tendencias y corrientes teóricas que tienen su origen en la teoría de Marx y Engels, y son consecuentes en lo fundamental con su espíritu. Integran el marxismo las ideas de pensadores, concepciones políticas y movimientos que reivindican el socialismo originario, las sociedades que asumen consecuentemente el legado de Marx y Engels, así como los sistemas económicos, sociales y políticos que hoy asumen este paradigma.

EJES FUNDAMENTALES DEL PENSAMIENTO DE CARLOS MARX
1. La concepción materialista de la historia y de la totalidad social,
2. La comprensión dialéctica del mundo,
3. La crítica de la economía capitalista,
4. La teoría de la enajenación,
5. El proyecto comunista para la superación radical del capitalismo y alcanzar la emancipación y la recuperación humana, y
6. El carácter eminentemente práctico -revolucionario del proyecto comunista en todos los planos de la vida social. Estos corpora teóricos son las premisas fundamentales del desarrollo marxista en las diversas direcciones de las ciencias naturales, sociales y humanas, en particular en la filosofía, epistemología, metodología, economía, política, sociología, educación, derecho, ecología, ética, estética, en la cultura y en los proyectos socialistas alternativos al capitalismo en el siglo XXI.
Carlos Marx y Federico Engels, elaboraron la concepción materialista de la historia, que en síntesis consiste en: “exponer el proceso real de la producción, partiendo para ello de la producción material de la vida inmediata, y en concebir la forma de intercambio correspondiente a este modo de producción y engendrada por él, es decir, la sociedad civil en sus diferentes fases como el fundamento de toda la historia, presentándola en su acción en cuanto Estado y explicando a base de él todos los diversos productos teóricos y formas de la conciencia, la religión, la filosofía, la moral, etc., así como estudiando a partir de esas premisas su proceso de nacimiento, lo que, naturalmente, permitirá exponer las cosas en su totalidad(y también, por ello mismo, la interdependencia entre estos diversos aspectos).”(C. Marx - F. Engels. Obras Escogidas en tres tomos, t. I, p. 39).
El marxismo clásico siempre ha rechazado la pretensión de cualquier forma de conciencia de fundarse en si misma, independientemente del terreno histórico real. Toda forma de conciencia nace y se desarrolla en el proceso real de producción.
Sin embargo esto no significa que Marx y Engels hayan anulado o subestimado el papel y la importancia de las diversas formas de conciencia social respecto a la base real de la historia. Pues, ellos se limitaron sólo a explicar el fundamento y la génesis de las mismas, y lo hicieron de un modo científico.
Marx y Engels siempre dejaron claro la importancia y el papel decisivos de la conciencia social y la relación dialéctica entre ésta y la base real. Por eso, las deformaciones de la concepción materialista y el reduccionismo que sufrió esta teoría en manos de marxistas y corrientes que se reivindicaron seguidores de Marx no les son imputables a los creadores de la concepción materialista de la historia.
Todas las concepciones históricas anteriores a la concepción materialista de la historia (incluida la idealista), hicieron caso omiso de la base real de la historia, o la consideraron simplemente como algo accesorio, que poco o nada tenía que ver con el desarrollo de la historia. De esta manera las susodichas concepciones sólo pudieron ver en la historia los grandes actos políticos y las acciones del Estado, las luchas religiosas y las batallas teóricas en general, y se vieron (y se ven) obligadas a compartir en cada época histórica las ilusiones de la época vigente.
La concepción materialista a diferencia de todas estas concepciones y también de las actuales concepciones postmodernas se mantiene siempre sobre el terreno histórico real. No explica la práctica partiendo de la idea, sino explica las formaciones ideológicas sobre la base de la práctica material. Consecuentemente, comprende el actual orden de cosas y los problemas, en primer lugar a partir de esta base real. Es decir, explica la existencia del Estado, de las clases y lucha de clases, de las diversas formas de conciencia social, de las crisis, de las diferentes expresiones de enajenación, explotación y dominación que padecen los hombres, así como la degradación ecológica sobre la base de la elucidación de la dialéctica de esta base real. Y por lo mismo llega, a la conclusión de que todas las formas y todos los productos de la conciencia social no pueden ser destruidos por obra de la crítica espiritual, sólo pueden disolverse por la transformación práctica de las relaciones sociales reales, es decir con el cambio revolucionario de la base real. Este es, el método científico que propone la concepción materialista de la historia para resolver las contradicciones sociales a fin de construir una comunidad de hombres libres.
En este sentido, los clásicos del marxismo al exponer su alternativa al sistema capitalista actual plantean: "Para nosotros el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual".
Por todo esto, no es casual que desde la aparición del Manifiesto del Partido comunista (1848) elaborado por Marx y Engels – primer fundamento científico marxista para la superación de la sociedad capitalista- el marxismo y la cuestión del reemplazo del orden social capitalista por el socialismo marxista, no sólo hayan ocupado el centro de las grandes confrontaciones ideológicas, políticas, teóricas y prácticas de los últimos 161 años, sino también hayan estado imbricados a las luchas más encarnizadas entre el capital y el trabajo, en el siglo XX. Hoy, ya en el siglo XXI, todo hace prever que estas confrontaciones serán aún más violentas, pues el actual orden de cosas ha configurado una peligrosa lógica de barbarie contra la humanidad.
A propósito de esta confrontación, Lenin escribía: Con la Doctrina de Marx acaece hoy lo que ha ocurrido repetidas veces en la historia con las Doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los líderes de las clases oprimidas en su lucha por la emancipación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les sometían a constantes persecuciones, acogían sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso y las campañas mas desenfrenadas de mentiras. Después de muertos procedían a convertirlos en iconos ofensivos y canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de cierta aureola de gloria para "consolar" y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de sus doctrinas revolucionarias, mellando el filo revolucionario de estas y envileciéndolas.
Tras el derrumbe del socialismo soviético en Europa Centro-oriental, la desintegración de la Unión Soviética y por ende el fin de la primera experiencia socialista en el mundo, la confrontación entre el capital y el trabajo se ha intensificado en el mundo y en todos los frentes del pensamiento y la práctica.
Las derrotas temporales de gran número de procesos revolucionarios, la pérdida gradual de importantes conquistas de los trabajadores, la emergencia de paradigmas postmodernos y la dictadura del pensamiento único, expresan objetivamente la actual correlación de fuerzas en el mundo a favor del capital. En esta perspectiva, el mayor usufructuario del derrumbe soviético ha sido el capital transnacional. Tanto fue el triunfalismo burgués que por boca de Francis Fukuyama, llegó a proclamar “el fin de la historia” y la eternidad de la racionalidad y el modo de vida capitalistas.
No obstante, las crisis estructural mundial que hoy padece el capital transnacional, las depredaciones humanas y naturales que continúa perpetrando y el estruendoso fracaso general de su proyecto neoliberal en particular en países recolonizados de América latina y El caribe, están creando otra vez las nuevas condiciones de las revoluciones del siglo XXI. Un análisis objetivo de la dialéctica económica, social y política mundial nos permite descubrir que la tierra está minada de revolución tanto en la metrópolis como en las regiones recolonizadas del mundo. Esta compleja situación explosiva mundial sólo confirma las previsiones más profundas de Marx y Engels: El capitalismo se ha universalizado (globalizado), pero también la revolución.
Esta es la tendencia dialéctica definida aún más después de la primera colonial estadounidense contra el pueblo de Irak., perpetrada en el siglo XXI.
Por lo mismo, convendrá llevar a cabo una valoración lógica e histórica del marxismo y del derrumbe del socialismo soviético. Es evidente que el derrumbe del socialismo soviético afectó a la teoría de Marx, agregando a su prolongada crisis, grandes problemas teóricos aún pendientes de solución.
Esto, explica en parte la virulenta reacción en las filas del capitalismo ante el fracaso soviético, pretendiendo sepultar para “siempre” la teoría de Marx, declarándola caduca y difunta.
Asimismo, la deserción y desbande de muchos “marxistas” ante el fracaso de la experiencia soviética, presas del pesimismo, escepticismo, y la abierta abjuración.
Ante esta coyuntura adversa para el marxismo y con mayor razón en el siglo XXI, es necesaria una profunda reflexión global en torno a todas estas cuestiones, pero de cara a los problemas concretos del mundo, a las grandes metamorfosis del capitalismo transnacional, a las transformaciones científicas, filosóficas y tecnológicas y a las agudas luchas de clases y sociales que caracterizan al presente siglo, con el objetivo estratégico de reconstruir, renovar y recrear el marxismo crítico y revolucionario.
Para llevar a cabo esta tarea es importante no olvidar que el socialismo marxista es una alternativa contraria al socialismo soviético, éste es la negación del primero.
El socialismo marxista para Marx y Engels expresó (y expresa) la histórica relación entre la teoría de Marx y el socialismo, como aspiración hacia una comunidad de hombres libres.
La teoría de Marx fundamenta y da la conciencia de la posibilidad y de las condiciones –objetivas y subjetivas- necesarias para realizar el socialismo. En esta medida, la teoría de Marx adquiere una fuerza práctica en la transformación del sistema capitalista hacia el socialismo.
El socialismo marxista asimismo, tiene una clara posición de clase al definir su identidad a partir de los intereses del proletariado, la clase más radical, negada también radicalmente por el régimen capitalista. El carácter proletario del socialismo marxista se desprende de la recia crítica de Marx al capitalismo, suficientemente desarrollada en El Capital, su obra maestra.
Esta tesis, no se contrapone a la importancia estratégica que tienen para la transformación radical del sistema capitalista las luchas campesinas, los sectores pequeño-burgueses y masas populares, así como el papel clave que también juegan en la revolución anti-capitalista las nuevas fuerzas y movimientos sociales de los indígenas, mujeres, trabajadores informales, jóvenes, homosexuales, de las trabajadoras y trabajadores de sexo servicio, los movimientos étnicos, todos víctimas universales del capital.

SOBRE EL PENSAMIENTO COMPLEJO DE CARLOS MARX
Marx, C. Tesis sobre Feuerbach
• PRIMERA. La falla fundamental de todo el materialismo precedente (incluyendo el de Feuerbach) reside en sólo capta la cosa, la realidad, lo sensible, bajo la forma de objeto, no como actividad humana sensorial, como práctica, no de un modo subjetivo. De ahí que el lado activo fuese desarrollado de un modo abstracto, en contraposición la materialismo, por el idealismo, el cual naturalmente no conoce la actividad real , sensorial, en cuanto tal Feuerbach aspira a objetos sensibles , realmente distintos de los objetos conceptuales, pero no concibe la actividad humana misma como una actividad objetiva. Por eso, en “La esencia del cristianismo”, sólo se considera como auténticamente humano el comportamiento teórico y en cambio la práctica sólo se capta y se plasma bajo su sucia forma judía de manifestarse. De ahí que Feuerbach no comprende la importancia de la actividad “revolucionaria”, de la actividad “teórico-práctica”.
• SEGUNDA. El problema fundamental de si puede atribuirse al pensamiento una verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre debe demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento. La disputa en torno a la realidad o irrealidad del pensamiento aislado de la práctica es un problema puramente escolástico.
• TERCERA. La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad. La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.
• SEXTA. Feuerbach resuelve la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la esencia humana no es algo abstracto e inmanente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de relaciones sociales. Feuerbach, quien no entra en la crítica de esta esencia real se ve, por tanto, obligado: 1ª. A prescindir del proceso histórico, plasmando el sentimiento religioso de por sí y presuponiendo un individuo abstracto, aislado, 2. La esencia sólo puede concebirse por tanto, de un modo “genérico”, como una generalidad interna, muda que une de mido natural a los muchos individuos.
• SÉPTIMA. Feuerbach no ve, por tanto, que el “sentimiento religioso” es también un producto social y que el individuo abstracto que él analiza pertenece, en realidad, a una determinada forma de sociedad.
• OCTAVA. Toda vida social es esencialmente práctica. Todos los misterios que inducen a la teoría al misticismo encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica.
• DÉCIMA PRIMERA. Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de los distintos modos: de lo que se trata es de transformarlo.

SOBRE EL MÉTODO DIALÉCTICO
 “Mi método dialéctico no sólo difiere del de Hegel, en cuanto a sus fundamentos, sino que es su antítesis directo. Para Hegel el proceso del pensar, al que convierte incluso, bajo el nombre de idea, en un sujeto autónomo, es el demiurgo de lo real; lo real no es más que su manifestación externa. Para mi, lo ideal no es sino lo material transpuesto y traducido a la mente humana”. (Marx, 2005: 19-20).
 “Parece justo comenzar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; así, por ejemplo, en la economía, por la población que es la base y el sujeto del acto social de la producción en su conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se revela (como) falso. La población es una abstracción si dejo de lado, por ej., las clases de que se compone. Estas clases son, a su vez una palabra huera si desconozco los elementos sobre los cuales reposan, por ej., el trabajo asalariado, el capital, etc. Estos últimos suponen el cambio, la división del trabajo, los precios, etc. El capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado, sin valor, dinero, precios, etc. Si comenzara, pues, por la población, tendría una representación caótica del conjunto y, precisando cada vez más, llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples: de lo concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles hasta alcanzar las determinaciones más simples. Llegado a este punto, habría que reemprender el viaje de retorno, hasta dar de nuevo con la población, pero esta vez no tendría una representación caótica de un conjunto, sino una rica totalidad con múltiples determinaciones y relaciones. El primer camino es el que siguió históricamente la economía política naciente. Los economistas del siglo XVII, por ej., comienzan siempre por el todo viviente, la población, la nación, el estado, varios estados, etc.; pero terminan siempre por descubrir, mediante el análisis, un cierto número de relaciones generales abstractas determinantes, tales como la división del trabajo, el dinero, el valor, etc. Una vez que esos momentos fueron más o menos fijados y abstraídos, comenzaron (a surgir) los sistemas económicos que se elevaron desde lo simple –trabajo, división del trabajo, necesidad, valor de cambio- hasta el estado, el cambio entre naciones y el mercado mundial. Este último es, manifiestamente, el método científico correcto” (Marx, 2007: 21)
 “Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida, y, en consecuencia, el punto de partida también de la intuición y de la representación. En el primer camino, la representación plena es volatilizada en una determinación abstracta; en el segundo, las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por el camino del pensamiento” (Marx, 2007: 21)
 “He aquí por qué Hegel cayó en la ilusión de concebir lo real como resultado del pensamiento que, partiendo de sí mismo, se concentra en sí mismo, profundiza en sí mismo y se mueve por sí mismo, mientras de el método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto es para el pensamiento sólo la manera de apropiarse de lo concreto, de reproducirlo como un concreto espiritual. Pero esto no es de ningún modo el proceso de formación de lo concreto mismo”. ((Marx, 2007: 21-22)
 “La sociedad burguesa es la más compleja y desarrollada organización histórica de la producción. Las categorías que expresan sus condiciones y la comprensión de su organización permiten al mismo tiempo comprender la organización y las relaciones de producción de todas las formas de sociedad pasadas, sobre cuyas ruinas y elementos ella fue edificada y cuyos vestigios, aún no superados, continúa arrastrando, a la vez que meros indicios previos han desarrollado en ella su significación plena, etc.” (Marx, 2007: 26)
 “(…) la sociedad burguesa no es en sí más que una forma antagónica de desarrollo, ciertas relaciones pertenecientes a formas de sociedad anteriores aparecen en ella sólo de manera atrofiada o hasta disfrazadas” (Marx, 2007: 26)

SOBRE LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA
 “…la primera premisa de toda existencia humana y también por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen, para “hacer historia”, en condiciones de poder vivir”. Ahora bien para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más. El primer hecho histórico es, por consiguiente, la producción de lso medios indispensables para la satisfacción de estas necesidades, es decir la producción de la vida material misma y no cabe duda de que es éste un hecho histórico, una condición fundamental de toda historia que lo mismo hoy que hace miles de años, necesita cumplirse todos los días y a todas horas, simplemente para asegurar la vida de los hombres” (Marx-Engels, 1973.. 28).
 “En Bruselas, a donde e trasladé en virtud de una orden de destierro dictada por el señor Guizot, hube de proseguir mis estudios de economía política, comenzados en Paris. El resultado general al que llegué y que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forman la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que es lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su conciencia, sino que, por el contrario hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, pro el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella., y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la sociedad antigua.
 Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos.
 (…) las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad humana ( Marx-Engels, 1966: 182-183)

SOBRE EL ESTADO
 Al abordar, Marx, el problema medular de la revolución: la conquista y destrucción del viejo poder estatal capitalista, planteó:
(…) la próxima tentativa de la revolución (…) no será ya, como hasta ahora, el paso de la máquina burocrático-militar de una mano a otra mano, sino el destruirla y esto es esencial para toda verdadera revolución popular del continente. (Marx, 1998: 340-341)
 El Estado burgués como el capital, ha registrado metamorfosis importantes en el curso de su existencia, mucho más durante el siglo XX. Pero estos cambios no han trastocado su esencia. La riqueza de sus formas no niega ni supera un ápice su carácter de instrumento de dominación de clase, concentración y administración de la violencia para defender y perpetuar la propiedad privada, producir y reproducir el sistema: las relaciones de producción y explotación de clase. El Estado capitalista en general y los Estados de América Latina y El Caribe, a excepción de Cuba, siguen siendo juntas de administración de los negocios de las oligarquías capitalistas locales y trasnacionales y sus instrumentos de dominación.
 Como subrayó Engels: “El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, un Estado de los capitalistas: el capitalista total ideal”. (Engels, 1968; 276).
 Es evidente, que los Estados capitalistas, no se levantan por encima de las clases ni son la encarnación idílica de las sociedades, ni sus ropajes de mercado, las democracias, son los gobiernos de los pueblos, por los pueblos y para los pueblos, por el contrario son el poder –armado, material en primer lugar- de las burguesías imperialistas y subalternas.
 De esto resulta, que el capital es incompatible con la democracia real –directa y efectiva del pueblo-. Las democracias realmente existentes no son sino democracias formales, son simplemente las dictaduras del capital transnacional y subalterno.
 La república democrática- decía Lenin- es la mejor envoltura política de que puede revertirse el capitalismo, y, por lo tanto, el capital, al dominar (…) esta envoltura, que es la mejor de todas, cimenta su poder de un modo tan seguro, tan firme, que no lo conmueve ningún cambio de personas, ni de instituciones, ni de partidos, dentro de la república democrática burguesa (Lenin, 1997: 300).
 Pero, si bien el poder capitalista se sintetiza en el Estado, tiene múltiples dimensiones, sustentadas en el poder económico, desde donde realizan su propia metempsicosis bajo las formas de poder político, ideológico, social, militar, mediático y cultural, cuya relación dialéctica es desvanecida también por los teóricos y académicos liberales, bajo el imperio de la metafísica.
 El poder capitalista articula así, una red de micro-poderes que tienden a dominar el ser y la conciencia social de las clases oprimidas, en función esencialmente, de la producción de plusvalía y los procesos de acumulación de capital, que no es sino la producción y reproducción del sistema burgués.
 Consecuentemente, la crítica del Estado burgués y la democracia capitalista, -que mueve a la conciencia revolucionaria-, y la crítica práctica del sistema conducente sustituirlo por el nuevo de los trabajadores, son las dos claves fundamentales de toda revolución socialista.
 Revolución que utiliza las armas que pone a diario el capitalismo, para superarlo dialécticamente y cuyos sujetos históricos llevan la crítica de las armas (Houghton, 1999: 305) hasta sus últimas consecuencias sin enajenarse de las armas de la crítica. Sobre esta compleja dialéctica, escribe Marx:
Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Ser radical es atacar el problema de raíz. Y la raíz, para el ser humano, es el ser humano mismo. (Marx-Engels, 1958)

SOBRE LA IDEOLOGÍA
 “En toda ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos. Toda ideología carece de historia propia. Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época. La clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo su poder espiritual dominante” (Marx-Engels, 1973: 26 y 50 ).
 Los individuos que forman la clase dominante tienen también entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión y, por tanto, entre otras cosas, también cOmo pensadores, como productores de ideas, que regulen la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean, por ello mismo, las ideas dominantes de la época (Ibidem, p. 31)..

PROGRAMA ANALÍTICO
I. ¿POR QUÉ PENSAR CARLOS MARX EN EL SIGLO XXI?: APROXIMACIÓN CRÍTICA A LA DIALÉCTICA DE SU PENSAMIENTO COMPLEJO, A LA CRISIS DEL MARXISMO, AL COLAPSO SOCIALISTA Y SU VIGENCIA UNIVERSAL.

Bibliografía básica
1. Amin, Samir.”La alternativa al sistema neoliberal mundializado y militarizado: el imperialismo hoy y la ofensiva hegemónica de los Estados Unidos”, en en Marx ahora, No. 16, pp. 30-41.
2. Borón, Atilio. “La “crisis” del marxismo: un nuevo artículo cultural de consumo de masas”, en Vega C. Renán (editor), en Marx y el siglo XXI una defensa de la historia y del socialismo. Santafé de Bogotá, 1999, pp. 181-199.
3. Foster, John.. “La nueva era del imperialismo”, en Marx ahora. Revista internacional. La Habana, Cuba, No. 17/2004, pp. 7-43.
4. Coggiola, Osvaldo. “La crisis estructural del capital”, en Marx ahora, No. 4-5/1997 /8, pp. 195-213.
5. Haug, Wolfgang Fritz Haug. “La globalización en el manifiesto y hoy”, en .Marx ahora, No. 6-7 / 1998 /9, pp. 85-99.
6. Andréani, Tony.. “Porque Marx retorna… o retornará”, en Vega C. Renán (editor), en Marx y el siglo XXI una defensa de la historia y del socialismo. Santafé de Bogotá, 1999, pp. 157-165.
7. Holloway, John. “El poder de los que no tienen poder”, en Vega C. Renán (editor), en Marx y el siglo XXI una defensa de la historia y del socialismo, pp. 169-180.
8. Mészáros, Isván. Marx: nuestro contemporáneo, y su concepto de globalización, en Marx ahora, No. 16/2003, pp. 17-29.
9. Valqui Cachi, Camilo. ”El imperialismo y la lucha de clases en el siglo XXI. Crítica epistemológica y política de la globalización, Ponencia presentada en la III Conferencia Internacional “La Obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI”, 3 al 6 de mayo de 2006.
10. Valqui Cachi, Camilo (2008).. Mitos del derrumbe del socialismo soviético en la ideología neoliberal, Ed. UPAGU-Martínez Compañón, Cajamarca, Perú.
11. Valqui Cachi, Camilo y Ramón Espinosa Contreras (2009). Capitalismo del siglo XXI: violencias y alternativas, Ed. UPAGU-Martínez Compañón, Cajamarca, Perú.
12. Valqui Cachi, Camilo y Cutberto Pastor Bazán (Coordinadores) (2009). Capital, poder y medios de comunicación: una crítica epistémica, Ed. UPAGU-Martínez Compañón, Cajamarca, Perú.
13. Valqui Cachi, Camilo et. al. (2009). Corrientes filosóficas del derecho: una crítica antisistémica, Ed. UPAGU-Martínez Compañón, Cajamarca, Perú.

II. EL ENFOQUE EPISTÉMICO DE MARX Y LOS PROBLEMAS TEÓRICOS Y METODOLÓGICOS DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA: TEORÍA Y PRAXIS DEL MATERIALISMO Y LA DIALÉCTICA ANTE LA COMPLEJIDAD DEL PENSAMIENTO Y LA REALIDAD.

Bibliografía básica
1. De la Torre, Francisco y Ma. Teresa Bedoya G. Introducción a las ciencias sociales, Dos, Edi. McGraw-Hill, México 1994, pp. 1-18.
2. Del Barco, Óscar, “Esencia y apariencia en el capital”, en López Díaz, Pedro (coordinador), El capital teoría, estructura y método 4, ediciones de cultura popular, México 1983. pp. 97-141.
3. Dieterich, Heinz, Nueva guía para la investigación científica, editorial Planeta mexicana, México 2002, Cap. II pp. 57-109.
4. Engels, Federico. “Introducción a la dialéctica de la naturaleza”, en Obras Escogidas, Edi. Progreso, Maocú, s/f. pp. 354-370.
5. Engels, Federico. Dialéctica de la naturaleza, Edi. Grijalbo, México 1984, pp. 41- 62 y 178-206.
6. Fung, Talía, “Marx y la ciencia de los comportamientos políticos” en Marx Ahora No.16, 2003 pp. 79-88.
7. Garaudy, R. y otros. Lecciones de filosofía marxista, Ed. Grijalbo, México 1966, pp. 197-219.
8. Gutiérrez Pantoja, Gabriel. Metodología de las ciencias sociales I, Edi. Oxford University, México 1996, pp. 2-18 y 207-224.
9. Gutiérrez Pantoja, Gabriel. Metodología de las ciencias sociales II, Edi. Oxford University, México 1998, pp. 47-68 y 171-216.
10. Ilienkov. “Elevarse de lo abstracto a lo concreto”, en y en López Díaz, Pedro (coordinador), El Capital teoría, estructura y método, t. 1, pp. 27-63.
11. Godelier, Maurice, “Las estructuras del método de El capital de Carlos Marx”, y en López Díaz, Pedro (coordinador), El Capital teoría, estructura y método 2, ediciones de cultura popular, México 1977. pp. 115-121 y 1153-182.
12. Juanes, Jorge, “La crítica de la apariencia capitalista en el capital”, en VV. AA., El capital teoría, estructura y método 3, ediciones de cultura popular, México 1979. pp. 107-134.
13. Marx, Carlos. “Tesis sobre Feurbach”, en Marx, Carlos-Federico Engels. Obras Escogidas, Edi. Progreso, Moscú, s/f. pp. 24-26.
- El capital, Edi. Siglo XXI, México 2005, Prólogo a la primera y segunda edición), pp. 11-20
- Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1818., Edi. Siglo XXI, México 1997, pp. 20-33.
14. Lensink, Jos, “Dialéctica materialista: ¿Superación de la filosofía en su totalidad?” en Marx ahora, No. 2, 1996, pp. 43-61.
15. Rojas Soriano, Raúl. Investigación social. Teoría y praxis, Edi. Plaza y Valdés, México 2007, pp. 41-62.
16. Sichirollo, Livio, “Trabajo y dialéctica en Marx” en Marx ahora, No. 10, 2000, pp. 29-38.
17. Sylvain, Giroux y Ginette Tremblay. Metodología de las ciencias sociales, Edi. FCE, México 2004, pp. 33-72.
18. Sweezy, Paul M. “El método de Marx”, en y en López Díaz, Pedro (coordinador), El Capital teoría, estructura y método , t. 1, pp. 14-25.
19. Tellerías C., Jesús, “Dialéctica de los métodos lógico e histórico en la investigación y exposición de la historia”, en López Díaz, Pedro (coordinador), El capital teoría, estructura y método, t. 4. pp. 143-155.
20. Verdes Suárez, Miriam R., “La filosofía de la ciencia y la problemática social”, en Marx ahora 15, 2003, pp. 184-191.

III. CARLOS MARX, LA COMPLEJA DIALÉCTICA DE LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA HISTORIA Y LA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA: ENFOQUE EPISTÉMICO, CATEGORÍAS Y LEYES. RENOVACIÓN Y VIGENCIA DEL PENSAMIENTO MARXISTA EN LAS REVOLUCIONES SOCIALISTAS DEL SIGLO XXI.

Bibliografía básica
1. Arled Flórez, León, “El Marxismo y las alternativas en el Historia”, en Caicedo Zurriago Jaime y Jairo Estrada Álvarez (compiladores). Marx vive. Siglo y medio del Manifiesto comunista. ¿Superación, vigencia o reactualización?, edi. Universidad Nacional de Colombia, Colombia 1999, pp. 127-137.
2. Bellamy Foster, John y Brett Clark, “El Imperio de la Barbarie” en Marx ahora, No. 19/2005, pp. 7-19.
3. Bénard, J., “Las teorías burguesas del capital, traducciones ideológicas de las concepciones de la clase reinante” en La concepción Marxista del capital, editorial Villamar, España 1978, Cap. VII sección IV. pp. 300-311.
4. Bidet, Jacques. “Socialismo, comunismo, humanidad”, ob. cit. Vol. I, Buenos Aires 2000, pp. 33-41.
5. Balibar, Etienne, “¿Qué comunismo después del socialismo?, Ibídem. pp. 83-104
6. Caicedo Zurriago, Jaime, “El sujeto histórico y su complejidad”, en Caicedo Zurriago Jaime y Jairo Estrada Álvarez (compiladores). Marx vive. Siglo y medio del Manifiesto comunista. ¿Superación, vigencia o reactualización?, pp. 277-292.
7. De la Torre, Francisco y Ma.. Teresa Bedoya G. Introducción a las ciencias sociales, Uno, Edi. McGraw-Hill, México 1993, pp. 41-90..
8. Heinz Holz, Hanz. “Naturaleza e historia”, en Marx ahora, No. 14/2002, pp. 7-28.
9. Kohen, Alberto, “La cuestión social y el socialismo en el siglo XXI”, Ibídem pp. 105-116..
10. Millos, John. “Clases sociales en economía política clásica y marxista”, en Marx ahora, No. 11/2001, pp. 32-45.
11. Marx, Carlos.“Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política”, en Marx, Carlos- Federico Engels. Obras Escogidas, Edi. Progreso, Maocú, s/f, pp.181-185.

-Cartas
- Marx a Joseph Weydemeyer, Ibidem, pp. 703-704.
- Marx a Luis Kugelmann, Ibidem, pp. 705-706.
- Engels a Konrad Schmidt, Ibidem, pp. 714-715
- Engels a Joseph Bloch, Ibidem, pp. 717-719.
- Engels a Francisco Mehring, Ibidem, pp. 726-730
- Engels a W. Borgius, Ibidem, pp.730- 732.
12. Piqueras, Andrés. “Viejos dilemas y nuevas reflexiones para un nuevo ciclo socialista de la humanidad” en Bidet Jacques (compilador) ¿Pensamiento único en filosofía política?, edición Argentina en español por K & ai, Argentina 2001. pp. 173-183.
13. Quiniou, Yvon. “Marxismo, ética y filosofía ¿Qué normatividad para la crítica del capitalismo: ética o moral?”, en Marx 2000 claves de la teoría crítica. Vol. I, Buenos Aires 2000, pp. 21-32.
14. Sánchez Vázquez, Adolfo. De Marx al Marxismo en América Latina, Edi. Itaca, México 1999, pp. 13-16,17-24, 25-47, 49-84.
15. Sichirollo, Livio, “Marx hoy filosofía de la historia y problemas actuales” en Marx ahora, No. 9, 2000, pp. 42-49.
16. Vázquez del Real, Álvaro, “Conflicto armado, reforma y revolución”, en Caicedo Zurriago Jaime y Jairo Estrada Álvarez (compiladores). Marx vive. Siglo y medio del Manifiesto comunista. ¿Superación, vigencia o reactualización?, pp. 359-367.
17. Vargas Lozano, Gabriel, “La filosofía de la Praxis en Marx. El conflicto de las interpretaciones”, op. cit. pp. 110-117.
18. Vega Cantor, Renán, “La actualidad del Manifiesto Comunista. Tres tesis sobre la mundialización del capital, trabajo y lucha de clases”, en Caicedo Zurriago Jaime y Jairo Estrada Álvarez (compiladores). Marx vive. Siglo y medio del Manifiesto comunista. ¿Superación, vigencia o reactualización?, editorial Universidad Nacional de Colombia, Colombia 1999. pp. 31-52..
19. Vigodski, Vitali. “Reflexiones sobre algunos dogmas en la interpretación de Marx”, en Marx ahora, No. 15/2003, pp. 7- 22

ORIENTACIONES PARA EL DESARROLLO DEL SEMINARIO
Cada unidad temática es un complejo epistémico marxista y por ende, los análisis críticos de estos córpora teóricos suponen asumir las condiciones histórico-concretas y por ende la unidad dialéctica de la teoría y la praxis. El método central de trabajo que se implementará en el seminario-taller, es el dialéctico que se sustenta en el análisis, la síntesis, la crítica, la abstracción sin que esto signifique perder la historicidad de los problemas y la realidad de los mismos. Este trabajo supone participación en debate y la generación de alternativas epistémicos y políticas.
Los estudiantes para aprobar el seminario, deberán elaborar y defender un trabajo personal en relación a sus tesis u otras investigaciones, consistente en la construcción de: 1) planteamiento del problema, 3) hipótesis, y 4) marco teórico-metodológico, utilizando el instrumental teórico-metodológico marxista. Dispondrán de 10 minutos para presentar sus trabajos el día 23 de octubre del año en curso de 11:00 a 15:00 hrs.

lunes, 26 de octubre de 2009

BIOGRAFIA DE MARX. V.I. Lenin

V.I Lenin

CARLOS MARX

(Breve esbozo biográfico, con una exposición del marxismo) [1]


Escrito: De julio a noviembre de 1914.

Publicado por vez primera: En 1915, en el Diccionario Enciclopedico Granat, 7a edición, tomo XXVIII.

Digitalizado por: Unión de Juventudes Socialista de Puerto Rico.

Esta edición: 2000.

Carlos Marx nació el 5 de mayo (según el nuevo calendario) de 1818 en Tréveris (ciudad de la Prusia renana). Su padre era un abogado judío, convertido en 1824 al protestantismo. La familia de Marx era una familia acomodada, culta, pero no revolucionaria. Después de terminar en Tréveris sus estudios de bachillerato, Marx se inscribió en la universidad, primero en la de Bonn y luego en la de Berlín, estudiando jurisprudencia y, sobre todo, historia y filosofía. En 1841 terminó sus estudios universitarios, presentando una tesis sobre la filosofía de Epicuro. Por sus concepciones, Marx era entonces todavía un idealista hegeliano. En Berlín se adhirió al círculo de los "hegelianos de izquierda" (Bruno Bauer y otros), que se esforzaban por extraer de la filosofía de Hegel conclusiones ateas y revolucionarias.
Terminados sus estudios universitarios, Marx se trasladó a Bonn con la intención de hacerse profesor. Pero la política reaccionaria del gobierno, que en 1832 había despojado de su cátedra a Ludwig Feuerbach, que en 1836 le había negado nuevamente la entrada en la universidad y que en 1841 privó al joven profesor Bruno Bauer del derecho a enseñar en Bonn, obligó a Marx a renunciar a la carrera docente. En aquella época, las ideas de los hegelianos de izquierda progresaban rápidamente en Alemania. Ludwig Feuerbach, sobre todo desde 1836, comenzó a someter a crítica la teología y a orientarse hacia el materialismo, que en 1841 (La esencia del cristianismo ) se impone ya definitivamente en su pensamiento; en 1843 ven la luz sus Principios de la filosofía del porvenir. "Hay que haber vivido la influencia liberadora" de estos libros, escribía Engels años más tarde refiriéndose a esas obras de Feuerbach. "Nosotros [es decir, los hegelianos de izquierda, entre ellos Marx] nos hicimos en el acto feuerbachianos."[2] Por aquel tiempo, los burgueses radicales renanos, que tenían ciertos puntos de contacto con los hegelianos de izquierda, fundaron en Colonia un periódico de oposición, la Gaceta del Rin (cuyo primer número salió el 1 de enero de 1842). Marx y Bruno Bauer fueron invitados como principales colaboradores; en octubre de 1842 Marx fue nombrado redactor jefe del periódico y se trasladó de Bonn a Colonia. La tendencia democrática revolucionaria del periódico fue acentuándose bajo la jefatura de redacción de Marx, y el gobierno lo sometió primero a una doble censura y luego a una triple, hasta que decidió más tarde suprimirlo totalmente a partir del 1 de enero de 1843. Marx se vio obligado a abandonar su puesto de redactor jefe en esa fecha, sin que su salida lograse tampoco salvar al periódico, que fue clausurado en marzo de 1843. Entre los artículos más importantes publicados por Marx en la Gaceta del Rin, Engels menciona, además de los que citamos más adelante (véase la Bibliografía ) el que se refiere a la situación de los campesinos viticultores del valle del Mosela. Como su labor periodística le había demostrado que conocía insuficientemente la economía política, Marx se dedicó afanosamente al estudio de esta ciencia.
En 1843, Marx se casó en Kreuznach con Jenny von Westphalen, amiga suya de la infancia, con la que se había comprometido cuando todavía era estudiante. Su esposa pertenecía a una reaccionaria familia aristocrática de Prusia. Su hermano mayor fue ministro del Interior en Prusia durante una de las épocas más reaccionarias, desde 1850 hasta 1858. En el otoño de 1843 Marx se trasladó a París con objeto de editar en el extranjero una revista de tendencia radical en colaboración con Arnold Ruge (1802-1880; hegeliano de izquierda, encarcelado de 1825 a 1830, emigrado desde 1848, y partidario de Bismarck entre 1866 y 1870). De esta revista, titulada Anales franco-alemanes, sólo llegó a ver la luz el primer fascículo. Las dificultades con que tropezaba la difusión clandestina de la revista en Alemania y las discrepancias surgidas entre Marx y Ruge hicieron que se suspendiera su publicación. En los artículos de Marx en los Anales vemos ya al revolucionario que proclama la necesidad de una "crítica implacable de todo lo existente", y, en particular, de una "crítica de las armas"[3] que apele a las masas y al proletariado.
En septiembre de 1844 llegó a París, por unos días, Federico Engels, quien se convirtió, desde ese momento, en el amigo más íntimo de Marx. Ambos tomaron conjuntamente parte activísima en la vida, febril por entonces, de los grupos revolucionarios de París (especial importancia revestía la doctrina de Proudhon, a la que Marx ajustó cuentas resueltamente en su obra Miseria de la filosofía, publicada en 1847) y, en lucha enérgica contra las diversas doctrinas del socialismo pequeñoburgués, forjaron la teoría y la táctica del socialismo proletario revolucionario, o comunismo (marxismo). Véanse, más adelante, en la Bibliografía, las obras de Marx de esta época, años de 1844 a 1848. En 1845, a instancias del gobierno prusiano, Marx fue expulsado de París como revolucionario peligroso, instalándose entonces en Bruselas. En la primavera de 1847, Marx y Engels se afiliaron a una sociedad secreta de propaganda, la Liga de los Comunistas, tuvieron una participación destacada en el II Congreso de esta organización (celebra do en Londres en noviembre de 1847) y por encargo del Congre so redactaron el famoso Manifiesto del Partido Comunista que apareció en febrero de 1848. En esta obra se traza, con claridad y brillantez geniales, una nueva concepción del mundo: el materialismo consecuente, aplicado también al campo de la vida social; la dialéctica como la doctrina más completa y profunda del desarrollo; la teoría de la lucha de clases y de la histórica misión revolucionaria universal del proletariado como creador de una nueva sociedad, la sociedad comunista.
Al estallar la revolución de febrero de 1848, Marx fue expulsado de Bélgica. Se trasladó nuevamente a París, y desde allí, después de la revolución de marzo, marchó a Alemania, más precisamente, a Colonia. Desde el 1 de junio de 1848 hasta el 19 de mayo de 1849, se publicó en esta ciudad la Nueva Gaceta del Rin, de la que Marx era el redactor jefe. El curso de los acontecimientos revolucionarios de 1848 a 1849 vino a confirmar de manera brillante la nueva teoría, como habrían de confirmarla en lo sucesivo los movimientos proletarios y democráticos de todos los países del mundo. La contrarrevolución triunfante hizo que Marx compareciera, primero, ante los tribunales (siendo absuelto el g de febrero de 1849) y después lo expulsó de Alemania (el 16 de mayo de 1849). Marx se dirigió a París, de donde fue expulsado también después de la manifestación del 13 de junio de 1849[4]; entonces marchó a Londres, donde pasó el resto de su vida.
Las condiciones de vida en la emigración eran en extremo duras, como lo revela con toda claridad la correspondencia entre Marx y Engels (editada en 1913). La miseria asfixiaba realmente a Marx y a su familia; de no haber sido por la constante y abnegada ayuda económica de Engels, Marx no sólo no hubiera podido acabar El Capital, sino que habría sucumbido inevitablemente bajo el peso de la miseria. Además, las doctrinas y tendencias del socialismo pequeñoburgués, no proletario en general, que predominaban en aquella época, obligaban a Marx a librar constantemente una lucha implacable, y a veces a repeler (como hace en su obra Herr Vogt [5] los ataques personales más rabiosos y salvajes. Manteniéndose al margen de los círculos de emigrados y concentrando sus esfuerzos en el estudio de la economía política, Marx desarrolló su teoría materialista en una serie de trabajos históricos (véase la Bibliografía ). Con sus obras Contribución a la crítica de la economía política (1859) y El Capital (t. I, 1867), Marx provocó una verdadera revolución en la ciencia económica (véase más adelante la doctrina de Marx).
El recrudecimiento de los movimientos democráticos, a fines de la década del 50 y durante la del 60, llevó de nuevo a Marx a la actividad práctica. El 28 de septiembre de 1864 se fundó en Londres la famosa Primera Internacional, la "Asociación Internacional de los Trabajadores". Marx fue el alma de esta organización, el autor de su primer "Llamamiento" y de gran número de sus resoluciones, declaraciones y manifiestos. Unificando el movimiento obrero de los diferentes países, orientando por el cauce de una actuación conjunta a las diver sas formas del socialismo no proletario, premarxista (Mazzini, Proudhon, Bakunin, el tradeunionismo liberal inglés, las vacilaciones derechistas lassalleanas en Alemania, etc.), a la par que combatía las teorías de todas estas sectas y escuelas, Marx fue forjando la táctica común de la lucha proletaria de la clase obrera en los distintos países. Después de la caída de la Comuna de París en 1871, que Marx analizó (en La guerra civil en Francia, 1871) de modo tan profundo, certero, brillante y eficaz, como revolucionario -- y a raíz de la escisión de la In ternacional provocada por los bakuninistas --, esta última ya no pudo seguir existiendo en Europa. Después del Congreso de La Haya (1872), Marx consiguió que el Consejo General de la Internacional se trasladase a Nueva York. La primera Internacional había cumplido su misión histórica y dejaba paso a una época de desarrollo incomparablemente más amplio del movimiento obrero en todos los países del mundo, época en que este movimiento había de desplegarse en extensión, con la creación de partidos obreros socialistas de masas dentro de cada Estado nacional.
Su intensa labor en la Internacional y sus actividades teóricas, aún más intensas, minaron definitivamente la salud de Marx. Prosiguió su obra de relaboración de la economía política y se consagró a terminar El Capital, recopilando con este fin multitud de nuevos documentos y poniéndose a estudiar varios idiomas (entre ellos el ruso), pero la enfermedad le impidió concluir El Capital.
El 2 de diciembre de 1881 murió su esposa, y el 14 de marzo de 1883 Marx se quedó dormido apaciblemente para siempre en su sillón. Está enterrado, junto a su mujer, en el cementerio londinense de Highgate. Varios hijos de Marx murieron en la infancia en Londres, cuando la familia vivía en la miseria. Tres de sus hijas se casaron con socialistas de Inglaterra y Francia: Eleonora Eveling, Laura Lafargue y Jenny Longuet. Un hijo de esta última es miembro del Partido Socialista Francés.

LA DOCTRINA DE MARX
El marxismo es el sistema de las concepciones y de la doctrina de Marx. Este continúa y corona genialmente las tres principales corrientes ideológicas del siglo XIX, que pertenecen a los tres países más avanzados de la humanidad: la filosofía clásica alemana, la economía política clásica inglesa y el socialismo francés, vinculado a las doctrinas revolucionarias france sas en general. La admirable coherencia y la integridad de sus concepciones -- cualidades reconocidas incluso por sus adver sarios --, que constituyen en su conjunto el materialismo y el socialismo científicos contemporáneos como teoría y programa del movimiento obrero de todos los países civilizados del mundo, nos obligan a esbozar brevemente su concepción del mundo en general antes de exponer el contenido esencial del marxismo, o sea, la doctrina económica de Marx.

El Materialismo Filosósico
Desde 1844-1845, años en que se formaron sus concepciones, Marx fue materialista y, especialmente, partidario de Ludwig Feuerbach, cuyos puntos débiles vio, más tarde, en la insuficiente consecuencia y amplitud de su materialismo. Para Marx, la significación histórica universal de Feuerbach, que "hizo época", residía precisamente en el hecho de haber roto en forma resuelta con el idealismo de Hegel y proclamado el materialismo, que ya "en el siglo XVIII, sobre todo en Francia, representaba la lucha, no sólo contra las instituciones políticas existentes y al mismo tiempo contra la religión y la teología, sino también [. . .] contra la metafísica en general" (entendiendo por ella toda "especulación ebria", a diferencia de la "filosofía sobria") (La Sagrada Familia, en La herencia literaria ). "Para Hegel -- escribía Marx --, el proceso del pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo de lo real [. . .]. Para mí lo ideal no es, por el contrario, más que lo material traducido y traspuesto a la cabeza del hombre." (C. Marx, El Capital, t. I, "Palabras finales a la 2a ed."). Mostrándose plenamente de acuerdo con esta filosofía materialista de Marx, F. Engels escribía lo siguiente, al exponerla en su Anti-Dühring (véase ), obra cuyo manuscrito conoció Marx: . . . "La unidad del mundo no existe en su ser, sino en su materialidad, que ha sido demostrada [. . .] en el largo y penoso desarrollo de la filosofía y de las ciencias naturales [. . .]. El movimiento es la forma de existencia de la materia. Jamás, ni en parte alguna, ha existido ni puede existir materia sin movimiento, ni movimiento sin materia [. . .]. Pero si seguimos preguntando qué son y de dónde proceden el pensar y la conciencia, nos encontramos con que son productos del cerebro humano y con que el mismo hombre no es más que un producto de la naturaleza, que se ha desarrollado en un determinado ambiente natural y junto con éste; por donde llegamos a la conclusión lógica de que los productos del cerebro humano, que en última instancia no son tampoco más que productos de la naturaleza, no se contradicen, sino que corresponden al resto de la concatenación de la naturaleza". "Hegel era idealista, es decir, que para él las ideas de nuestra cabeza no son reflejos [Abbilder, esto es, imágenes, pero a veces Engels habla de "reproducciones"] más o menos abstractos de los objetos y fenómenos de la realidad, sino que los objetos y su desarrollo se le antojaban, por el contrario, imágenes de una idea existentes no se sabe dónde, ya antes de que existiese el mundo." En Ludwig Feuerbach [6], obra en la que Engels expone sus ideas y las de Marx sobre la filosofía de Feuerbach, y cuyo original envió a la imprenta después de revisar un antiguo manuscrito suyo y de Marx, que databa de los años 1844-1845, sobre Hegel, Feuerbach y la concepción materialista de la historia, escribe Engels: "El gran problema cardinal de toda filosofía, especialmente de la moderna, es el problema de la relación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza [. . .]. ¿Qué está primero: el espíritu o la naturaleza? [. . .] Los filósofos se dividieron en dos grandes campos, según la contestación que diesen a esta pregunta. Los que afirmaban que el espíritu estaba antes que la naturaleza y que, por lo tanto, reconocían, en última instancia, una creación del mundo bajo una u otra forma [. . .], constituyeron el campo del idealismo. Los demás, los que reputaban la naturaleza como principio fundamental, adhirieron a distintas escuelas del materialismo". Todo otro empleo de los conceptos de idealismo y materialismo (en sentido filosófico) sólo conduce a la confusión. Marx rechazaba enérgicamente, no sólo el idealismo -- vinculado siempre, de un modo u otro, a la religión --, sino también los puntos de vista de Hume y Kant, tan difundidos en nuestros días, es decir, el agnosticismo, el criticismo y el positivismo en sus diferentes formas; para Marx esta clase de filosofía era una concesión "reaccionaria" al idealismo y, en el mejor de los casos, una "manera vergonzante de aceptar el materialismo bajo cuerda y renegar de él públicamente". Sobre esto puede consultarse, además de las obras ya citadas de Engels y Marx, la carta de este último a Engels, fechada el 12 de diciembre de 1868, en la que habla de unas manifestaciones del célebre naturalista T. Huxley. En ella, a la vez que hace notar que Huxley se muestra "más materialista" que de ordinario, y reconoce que "si observamos y pensamos realmente, nunca podemos salirnos del materialismo", Marx le reprocha que deje abierto un "portillo" al agnosticismo, a la filosofía de Hume. En particular debemos destacar la concepción de Marx acerca de las relaciones entre la libertad y la necesidad: "La necesidad sólo es ciega en cuanto no se la comprende. La libertad no es otra cosa que el conocimiento de la necesidad" (Engels, Anti-Dühring ) = reconocimiento de la sujeción objetiva de la naturaleza a leyes y de la trasformación dialéctica de la necesidad en libertad (a la par que de la trasformación de la "cosa en sí" no conocida aún, pero cognoscible, en "cosa para nosotros", de la "esencia de las cosas" en "fenómenos"). El defecto fundamental del "viejo" materialismo, incluido el de Feuerbach (y con mayor razón aún el del materialismo "vulgar" de Buchner, Vogt y Moleschott) consistía, según Marx y Engels, en lo siguiente: 1) en que este materialismo era "predominantemente mecanicista" y no tenía en cuenta los últimos progresos de la química y de la biología (a los que habría que agregar en nuestros días los de la teoría eléctrica de la materia); 2) en que el viejo materialismo no era histórico ni dialéctico (sino metafísico, en el sentido de antidialéctico) y no mantenía consecuentemente ni en todos sus aspectos el punto de vista del desarrollo; 3) en que concebían "la esencia del hombre" en forma abstracta, y no como el "conjunto de las relaciones sociales" (históricamente concretas y determinadas), por cuya razón se limitaban a "explicar" el mundo cuando en realidad se trata de "trasformar lo"; es decir, en que no comprendían la importancia de la "actividad práctica revolucionaria".

La Dialéctica
La dialéctica hegeliana, o sea, la doctrina más multilateral, más rica en contenido y más profunda del desarrollo, era para Marx y Engels la mayor conquista de la filosofía clásica alemana. Toda otra formulación del principio del desarrollo, de la evolución, les parecía unilateral y pobre, deformadora y mutiladora de la verdadera marcha del desarrollo en la naturaleza y en la sociedad (marcha que a menudo se efectúa a través de saltos, cataclismos y revoluciones). "Marx y yo fuimos casi los únicos que nos planteamos la tarea de salvar [del descalabro del idealismo, incluido el hegelianismo] la dialéctica conciente para traerla a la concepción materialista de la naturaleza." "La naturaleza es la confirmación de la dialéctica, y precisamente son las modernas ciencias naturales las que nos han brindado un extraordinario acervo de datos [¡y esto fue escrito antes de que se descubriera el radio, los electrones, la trasformación de los elementos, etc.!] y enriquecido cada día que pasa, demostrando con ello que la naturaleza se mueve, en última instancia, dialéctica, y no metafísicamente."
"La gran idea fundamental -- escribe Engels -- de que el mundo no se compone de un conjunto de objetos terminados y acabados, sino que representa en sí un conjunto de procesos, en el que las cosas que parecen inmutables, al igual que sus imágenes mentales en nuestro cerebro, es decir, los conceptos, se hallan sujetos a un continuo cambio, a un proceso de nacimiento y muerte; esta gran idea fundamental se encuentra ya tan arraigada desde Hegel en la conciencia común, que apenas habrá alguien que la discuta en su forma general. Pero una cosa es reconocerla de palabra y otra aplicarla en cada caso particular y en cada campo de investigación." "Para la filosofía dialéctica no existe nada establecido de una vez para siempre, nada absoluto, consagrado.; en todo ve lo que hay de perecedero, y no deja en pie más que el proceso ininterrumpido del aparecer y desaparecer, del infinito movimiento ascensional de lo inferior a lo superior. Y esta misma filosofía es un mero reflejo de ese proceso en el cerebro pensante." Así, pues, la dialéctica es, según Marx, "la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto del mundo exterior como del pensamiento humano".
Este aspecto revolucionario de la filosofía hegeliana es el que Marx recoge y desarrolla. El materialismo dialéctico "no necesita de ninguna filosofía situada por encima de las demás ciencias". De la filosofía anterior queda en pie "la teoría del pensamiento y sus leyes, es decir, la lógica formal y la dialéctica". Y la dialéctica, tal como la concibe Marx, y también según Hegel, abarca lo que hoy se llama teoría del conocimiento o gnoseología, ciencia que debe enfocar también su objeto desde un punto de vista histórico, investigando y generalizando los orígenes y el desarrollo del conocimiento, y el paso de la falta de conocimiento al conocimiento.
En nuestro tiempo, la idea del desarrollo, de la evolución, ha penetrado casi en su integridad en la conciencia social, pero no a través de la filosofía de Hegel, sino por otros caminos. Sin embargo, esta idea, tal como la formularon Marx y Engels, apoyándose en Hegel, es mucho más completa, mucho más rica en contenido que la teoría de la evolución al uso. Es un desarrollo que, al parecer, repite etapas ya recorridas, pero de otro modo, sobre una base más alta ("negación de la negación"), un desarrollo, por decirlo así, en espiral y no en línea recta; un desarrollo que se opera en forma de saltos, a través de cataclismos y revoluciones, que significan "interrupciones de la gradualidad"; un desarrollo que es trasformación de la cantidad en calidad, impulsos internos de desarrollo originados por la contradicción, por el choque de las diversas fuerzas y tendencias, que actúan sobre determinado cuerpo, o dentro de los límites de un fenómeno dado o en el seno de una sociedad dada; interdependencia íntima e indisoluble concatenación de todos los aspectos de cada fenómeno (con la particularidad de que la historia pone constantemente al descubierto nuevos aspectos), concatenación que ofrece un proceso de movimiento único, universal y sujeto a leyes; tales son algunos rasgos de la dialéctica, teoría mucho más empapada de contenido que la (habitual) doctrina de la evolución. (Véase la carta de Marx a Engels del 8 de enero de 1868, en la que se mofa de las "rígidas tricotomías" de Stein, que sería ridículo confundir con la dialéctica materialista.)

La Concepción Materialista de la Historia
La conciencia de que el viejo materialismo era una teoría inconsecuente, incompleta y unilateral llevó a Marx a la convicción de que era indispensable "poner en consonancia la ciencia de la sociedad con la base materialista y reconstruirla sobre esta base". Si el materialismo en general explica la conciencia por el ser, y no al contrario, aplicado a la vida social de la humanidad exige que la conciencia social se explique por el ser social. "La tecnología -- dice Marx (en El Capital, t. I) -- pone al descubierto la relación activa del hombre con la naturaleza, el proceso inmediato de producción de su vida, y, a la vez, sus condiciones sociales de vida y de las representaciones espirituales que de ellas se derivan." Y en el "prólogo a su Contribución a la crítica de la economía política ", Marx ofrece una formulación integral de las tesis fundamentales del materialismo aplicadas a la sociedad humana y a su historia. He aquí sus palabras:
"En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.
"El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se erige una superestructura política y jurídica, y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social el que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas de ellas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entre la revolución material producida en las condiciones económicas de producción, y que puede verificarse con la precisión propia de las ciencias naturales, y las revoluciones jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, de las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo.
"Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de si, no podemos juzgar tampoco estas épocas de revolución por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. . ." "A grandes rasgos, podemos señalar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués." (Véase la breve formulación que Marx da en su carta a Engels del 7 de julio de 1866: "Nuestra teoria de que la organización del trabajo está determinada por los medios de producción".)
El descubrimiento de la concepción materialista de la historia, o mejor dicho, la consecuente aplicación y extensión del materialismo al dominio de los fenómenos sociales, superó los dos defectos fundamentales de las viejas teorías de la historia. En primer lugar, estas teorías solamente examinaban, en el mejor de los casos, los móviles ideológicos de la actividad histórica de los hombres, sin investigar el origen de esos móviles, sin captar las leyes objetivas que rigen el desarrollo del sistema de las relaciones sociales, ni ver las raices de éstas en el grado de desarrollo de la producción material; en segundo lugar, las viejas teorias no abarcaban precisamente las acciones de las masas de la población, mientras que el materialismo histórico permitió estudiar, por vez primera y con la exactitud de las ciencias naturales, las condiciones sociales de la vida de las masas y los cambios operados en estas condiciones. La "sociologia" y la historiografía anteriores a Marx proporcio naban, en el mejor de los casos, un cúmulo de datos crudos, recopilados fragmentariamente, y la descripción de aspectos aislados del proceso histórico. El marxismo señaló el camino para un estudio global y multilateral del proceso de aparición, desarrollo y decadencia de las formaciones económico-sociales, examinando el conjunto de todas las tendencias contradictorias y reduciéndolas a las condiciones, perfectamente determinables, de vida y de producción de las distintas clases de la sociedad, eliminando el subjetivismo y la arbitrariedad en la elección de las diversas ideas "dominantes" o en la interpretación de ellas, y poniendo al descubierto las raíces de todas las ideas sin excepción y de las diversas tendencias que se manifiestan en el estado de las fuerzas productivas materiales. Los hombres hacen su propia historia, ¿pero qué determina los móviles de estos hombres, y precisamente de las masas humanas?; ¿qué es lo que provoca los choques de ideas y las aspiraciones contradictorias?; ¿qué representa el conjunto de todos estos choques que se producen en la masa entera de las sociedades humanas?; ¿cuáles son las condiciones objetivas de producción de la vida material que crean la base de toda la actividad histórica de los hombres?; ¿cuál es la ley que rige el desenvolvimiento de estas condiciones? Marx concentró su atención en todo esto y trazó el camino para estudiar científicamente la historia como un proceso único, regido por leyes, en toda su inmensa diversidad y con su carácter contradictorio.

La Lucha de Clases
Todo el mundo sabe que en cualquier sociedad las aspiraciones de una parte de sus miembros chocan abiertamente con las aspiraciones de otros, que la vida social está llena de contradicciones, que la historia nos muestra una lucha entre pueblos y sociedades, así como en su propio seno; todo el mundo sabe también que se suceden los períodos de revolución y reacción, de paz y de guerras, de estancamiento y de rápido progreso o decadencia. El marxismo nos proporciona el hilo conductor que permite descubrir una sujeción a leyes en este aparente laberinto y caos, a saber: la teoría de la lucha de clases. Sólo el estudio del conjunto de las aspiraciones de todos los miembros de una sociedad dada o de un grupo de sociedades, puede conducirnos a una determinación científica del resultado de esas aspiraciones. Ahora bien, la fuente de que brotan esas aspiraciones contradictorias son siempre las diferencias de situación y de condiciones de vida de las clases en que se divide cada sociedad. "La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días -- dice Marx en el Manifiesto Comunista (exceptuando la historia del régimen de la comunidad primitiva, añade más tarde Engels) -- es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales; en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la trasformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes [. . .]. La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Unicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresion, las viejas formas de lucha, por otras nuevas. Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose cada vez más en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado." A partir de la Gran Revolución Francesa, la historia de Europa pone de relieve en distintos países, con especial evidencia, el verdadero fondo de los acontecimientos, la lucha de clases. Y ya en la época de la restauración se destacan en Francia algunos historiadores (Thierry, Guizot, Mignet y Thiers) que, al generalizar los acontecimientos, no pudieron dejar de reconocer que la lucha de clases era la clave para la comprensión de toda la historia francesa. Y la época contemporánea, es decir, la época que señala el triunfo completo de la burguesía y de las instituciones representativas, del sufragio amplio (cuando no universal), de la prensa diaria barata que llega a las masas, etc., la época de las poderosas asociaciones obreras y patronales cada vez más vastas, etc., pone de manifiesto de un modo todavía más patente (aunque a veces en forma unilateral, "pacífica" y "constitucional") que la lucha de clases es la fuerza motriz de los acontecimientos. El siguiente pasaje del Manifiesto Comunista nos revela lo que Marx exigía de la ciencia social en cuanto al análisis objetivo de la situación de cada clase en la sociedad moderna y en relación con el examen de las condiciones de desarrollo de cada clase: "De todas las clases que hoy se enfrentan con ía burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar. Las capas medias -- el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano y el campesino -- , todas ellas luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales capas medias. No son, pues, revolucionarias, sino conservadoras. Más todavía, son reaccionarias, ya que pretenden volver atrás la rueda de la historia. Son revolucionarias únicamente cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado; defendiendo así, no sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, cuando abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los del proletariado". En una serie de obras históricas (véase la Bibliografía ), Marx nos ofrece brillantes y profundos ejemplos de historiografía materialista, de análisis de la situación de cada clase en particular y a veces de los diferentes grupos o capas que se manifiestan dentro de ella, mostrando palmariamente por qué y cómo "toda lucha de clases es una lucha política". El pasaje que acabamos de citar ilustra cuán intrincada es la red de relaciones sociales y fases de transición de una clase a otra, del pasado al porvenir, que Marx analiza para determinar la resultante total del desarrollo histórico.
La confirmación y aplicación más profunda, más completa y detallada de la teoría de Marx es su doctrina económica.

LA DOCTRINA ECONÓMICA DE MARX
"Y la finalidad última de esta obra -- dice Marx en el prólogo a El Capital -- es, en efecto, descubrir la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna", es decir, de la sociedad capitalista, burguesa. El estudio de las relaciones de producción de una sociedad dada, históricamente determinada, en su aparición, desarrollo y decadencia: tal es el contenido de la doctrina económica de Marx. En la sociedad capitalista impera la producción de mercancías ; por eso, el análisis de Marx empieza con el análisis de la mercancía.

El Valor
La mercancía es, en primer lugar, una cosa que satisface una determinada necesidad humana y, en segundo lugar, una cosa que se cambia por otra. La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso. El valor de cambio (o, sencillamente el valor) es, ante todo, la relación o proporción en que se cambia cierto número de valores de uso de una clase por un determinado número de valores de uso de otra clase. La experiencia diaria nos muestra que, a través de millones y miles de millones de esos actos de intercambio, se equiparan constantemente todo género de valores de uso, aun los más diversos y menos equiparables entre sí. ¿Qué es lo que tienen de común esos diversos objetos, que constantemente son equiparados entre sí en determinado sistema de relaciones sociales? Tienen de común el que todos ellos son productos del trabajo. Al cambiar sus productos, los hombres equiparan los mas diversos tipos de trabajo. La producción de mercancías es un sistema de relaciones sociales en que los distintos productores crean diversos productos (división social del trabajo), y todos estos productos se equiparan entre sí por medio del cambio. Por lo tanto, lo que todas las mercancías encierran de común no es el trabajo concreto de una determinada rama de producción, no es un trabajo de determinado tipo, sino el trabajo humano abstracto, el trabajo humano en general. Toda la fuerza de trabajo de una sociedad dada, representada por la suma de valores de todas las mercancías, es una y la misma fuerza humana de trabajo; así lo evidencian miles de millones de actos de cambio. Por consiguiente, cada mercancía en particular no representa más que una determinada parte del tiempo de trabajo socialmente necesario. La magnitud del valor se determina por la cantidad de trabajo socialmente necesario o por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir cierta mercancía o cierto valor de uso. "Al equiparar unos con otros, en el cambio, sus diversos productos, lo que hacen los hombres es equiparar entre sí sus diversos trabajos como modalidades del trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen." El valor es, como dijo un viejo economista, una relación entre dos personas; pero debió añadir simplemente: relación encubierta por una envoltura material. Sólo partiendo del sistema de relaciones sociales de producción de una formación social históricamente determinada, relaciones que se manifiestan en el fenómeno masivo del cambio, repetido miles de millones de veces, podemos comprender lo que es el valor. "Como valores, las mercancías no son más que cantidades determinadas de tiempo de trabajo coagulado." Después de analizar en detalle el doble carácter del trabajo materializado en las mercancías, Marx pasa al análisis de la forma del valor y del dinero. Con ello se propone, fundamentalmente, investigar el origen de la forma monetaria del valor, estudiar el proceso histórico de desenvolvimiento del cambio, comenzando por las operaciones sueltas y fortuitas de trueque ("forma simple, suelta o fortuita del valor", en que una cantidad de mercancía es cambiada por otra) hasta remontarse a la forma universal del valor, en que mercancías diferentes se cambian por una mercancía concreta, siempre la misma, y llegar a la forma monetaria del valor, en que la función de esta mercancía, o sea, la función de equivalente universal, la desempeña el oro. El dinero, producto supremo del desarrollo del cambio y de la producción de mercancías, disfraza y oculta el carácter social de los trabajos privados, la concatenación social existente entre los diversos productores unidos por el mercado. Marx somete a un análisis extraordinariamente minucioso las diversas funciones del dinero, debiendo advertirse, pues tiene gran importancia, que en este caso (como, en general, en todos los primeros capítulos de El Capital ) la forma abstracta de la exposición, que a veces parece puramente deductiva, recoge en realidad un gigantesco material basado en hechos sobre la historia del desarrollo del cambio y de la producción de mercancías. "El dinero presupone cierto nivel del cambio de mercancías. Las diversas formas del dinero -- simple equivalente de mercancías o medio de circulación, medio de pago, de atesoramiento y dinero mundial -- señalan, según el distinto volumen y predominio relativo de tal o cual función, fases muy distintas del proceso social de producción" (El Capital, I).

La Plusvalía
Al alcanzar la producción de mercancías determinado grado de desarrollo, el dinero se convierte en capital. La fórmula de la circulación de mercancías era: M (mercancía) -- D (dinero) -- M (mercancía), o sea, venta de una mercancía para comprar otra. Por el contrario, la fórmula general del capital es D -- M -- D, o sea, la compra para la venta (con ganancia). Marx llama plusvalía a este incremento del valor primitivo del dinero que se lanza a la circulación. Que el dinero lanzado a la circulación capitalista "crece", es un hecho conocido de todo el mundo. Y precisamente ese "crecimiento" es lo que convierte el dinero en capital, como relación social de producción particular, históricamente determinada. La plusvalía no puede brotar de la circulación de mercancías, pues ésta sólo conoce el intercambio de equivalentes; tampoco puede provenir de un alza de los precios, pues las pérdidas y las ganancias recíprocas de vendedores y compradores se equilibrarían; se trata de un fenómeno masivo, medio, social, y no de un fenómeno individual. Para obtener plusvalía "el poseedor del dinero necesita encontrar en el mercado una mercancía cuyo valor de uso posea la cualidad peculiar de ser fuente de valor", una mercancía cuyo proceso de consumo sea, al mismo tiempo, proceso de creación de valor. Y esta mercancía existe: es la fuerza de trabajo del hombre. Su consumo es trabajo y el trabajo crea valor. El poseedor del dinero compra la fuerza de trabajo por su valor, valor que es determinado, como el de cualquier otra mercancía, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción (es decir, por el costo del mantenimiento del obrero y su familia). Una vez que ha comprado la fuerza de trabajo el poseedor del dinero tiene derecho a consumirla, es decir, a obligarla a trabajar durante un día entero, por ejemplo, durante doce horas. En realidad el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo "necesario") un producto con el que cubre los gastos de su mantenimiento; durante las seis horas restantes (tiempo de trabajo "suplementario") crea un "plusproducto" no retribuido por el capitalista, que es la plusvalía. Por consiguiente, desde el punto de vista del proceso de la producción, en el capital hay que distinguir dos partes: capital constante, invertido en medios de producción (máquinas, instrumentos de trabajo, materias primas, etc.) -- y cuyo valor se trasfiere sin cambio de magnitud (de una vez o en partes) a las mercancías producidas --, y capital variable, invertido en fuerza de trabajo. El valor de este capital no permanece invariable, sino que se acrecienta en el proceso del trabajo, al crear la plusvalía. Por lo tanto, para expresar el grado de explotación de la fuerza de trabajo por el capital, tenemos que comparar la plusvalía obtenida, no con el capital global, sino exclusivamente con el capital variable. La cuota de plusvalía, como llama Marx a esta relación, sería, pues, en nuestro ejemplo, de 6:6, es decir, del 100 por ciento.
Las premisas históricas para la aparición del capital son: primera, la acumulación de determinada suma de dinero en manos de ciertas personas, con un nivel de desarrollo relativamente alto de la producción de mercancías en general ¡ segunda, la existencia de obreros "libres" en un doble sentido -- libres de todas las trabas o restricciones impuestas a la venta de la fuerza de trabajo, y libres por carecer de tierra y, en general, de medios de producción --, de obreros desposeídos, de obreros "proletarios" que, para subsistir, no tienen más recursos que la venta de su fuerza de trabajo.
Dos son los modos principales para poder incrementar la plusvalía: mediante la prolongación de la jornada de trabajo ("plusvalía absoluta") y mediante la reducción del tiempo de trabajo necesario ("plusvalía relativa"). Al analizar el primer modo, Marx hace desfilar ante nosotros el grandioso panorama de la lucha de la clase obrera para reducir la jornada de trabajo y de la intervención del poder estatal, primero para prolongarla (en el período que media entre los siglos XIV y XVII) y después para reducirla (legislación fabril del siglo XIX). Desde la aparición de El Capital, la historia del movimiento obrero de todos los países civilizados ha aportado miles y miles de nuevos hechos que ilustran este panorama.
Al proceder a su análisis de la producción de plusvalía relativa, Marx investiga las tres etapas históricas fundamenta les de la elevación de la productividad del trabajo por el capitalismo: 1) la cooperación simple; 2) la división del trabajo y la manufactura; 3) la maquinaria y la gran industria. La profundidad con que Marx aquí pone de relieve los rasgos fundamentales y típicos del desarrollo del capitalismo nos demuestra, entre otras cosas, el hecho de que el estudio de la llamada industria de los kustares* en Rusia ha aportado un abundantísimo material para ilustrar las dos primeras etapas de las tres mencionadas. En cuanto a la acción revolucionaria de la gran industria maquinizada, descrita por Marx en 1867, durante el medio siglo trascurrido desde entonces ha venido a revelarse en toda una serie de países "nuevos" (Rusia, Japón, etc.).
Prosigamos. Importantísimo y nuevo es el análisis de Marx de la acumulación del capital, es decir, de la trasformación de una parte de la plusvalía en capital, y de su empleo, no para satisfacer las necesidades personales o los caprichos del capitalista, sino para renovar la producción. Marx hace ver el error de toda la economía política clásica anterior (desde Adam Smith) al suponer que toda la plusvalía que se convertía en capital pasaba a formar parte del capital variable, cuando en realidad se descompone en medios de producción más capital variable. En el proceso de desarrollo del capitalismo y de su trasformación en socialismo tiene una inmensa importancia el que la parte del capital constante (en la suma total del capital) se incremente con mayor rapidez que la parte del capital variable.
Al acelerar el desplazamiento de los obreros por la maquinaria, produciendo riqueza en un polo y miseria en el polo opuesto, la acumulación del capital crea también el llamado "ejército industrial de reserva", el "sobrante relativo" de obreros o "superpoblación capitalista", que reviste formas extraordinariamente diversas y permite al capital ampliar la producción con singular rapidez. Esta posibilidad, relacionada con el crédito y la acumulación de capital en medios de producción, nos proporciona, entre otras cosas, la clave para comprender las crisis de superproducción, que estallan periódicamente en los países capitalistas, primero cada diez años, término medio, y luego con intervalos mayores y menos precisos. De la acumulación del capital sobre la base del capitalismo hay que distinguir la llamada acumulación primitiva, que se lleva a cabo mediante la separación violenta del trabajador de los medios de producción, expulsión del campesino de su tierra, robo de los terrenos comunales, sistema colonial, sistema de la deuda pública, tarifas aduaneras proteccionistas, etc. La "acumulación primitiva" crea en un polo al proletario "libre" y en el otro al poseedor del dinero, el capitalista.
Marx caracteriza la "tendencia histórica de la acumulación capitalista" con las famosas palabras siguientes: "La expropiación del productor directo se lleva a cabo con el más despiadado vandalismo y bajo el acicate de las pasiones más infames, más sucias, más mezquinas y más desenfrenadas. La propiedad privada, fruto del propio trabajo [del campesino y del artesano], y basada, por decirlo así, en la compenetración del obrero individual e independiente con sus instrumentos y medios de trabajo, es desplazada por la propiedad privada capitalista, basada en la explotación de la fuerza de trabajo ajena, aunque formalmente libre [. . .]. Ahora ya no se trata de expropiar al trabajador dueño de una economía independiente, sino de expropiar al capitalista explotador de numerosos obreros. Esta expropiación la lleva a cabo el juego de las leyes inmanentes de la propia producción capitalista, la centralización de los capitales. Un capitalista derrota a otros muchos. Paralelamente con esta centralización del capital o expropiación de muchos capitalistas por unos pocos, se desarrolla en una escala cada vez mayor la forma cooperativa del proceso de trabajo, la aplicación técnica conciente de la ciencia, la explotación planificada de la tierra, la trasformación de los medios de trabajo en medios de trabajo utilizables sólo colectivamente, la economía de todos los medios de producción al ser empleados como medios de producción de un trabajo combinado, social, la absorción de todos los países por la red del mercado mundial y, como consecuencia de esto, el carácter internacional del régimen capitalista. Conforme disminuye progresivamente el número de magnates capitalistas que usurpan y monopolizan todos los beneficios de este proceso de trasformación, crece la masa de la miseria, de la opresión, del esclavizamiento, de la degeneración, de la explotación; pero crece también la rebeldía de la clase obrera, que es aleccionada, unificada y organizada por el mecanismo del propio proceso capitalista de producción El monopolio del capital se convierte en grillete del modo de producción que ha crecido con él y bajo él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que son ya incompatibles con su envoltura capitalista. Esta envoltura estalla. Suena la hora de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados" (EI Capital, t. I).
También es sumamente importante y nuevo el análisis que hace Marx más adelante de la reproducción del capital social, considerado en su conjunto, en el tomo II de El Capital. Tampoco en este caso toma Marx un fenómeno individual, sino de masas; no toma una parte fragmentaria de la economía de la sociedad, sino toda la economía en su conjunto. Rectificando el error en que incurren los economistas clásicos antes mencionados, Marx divide toda la producción social en dos grandes secciones: 1) producción de medios de producción y 2) producción de artículos de consumo. Y, apoyándose en cifras, analiza minuciosamente la circulación del capital social en su conjunto, tanto en la reproducción de envergadura anterior como en la acumulación. En el tomo III de El Capital se resuelve, sobre la base de la ley del valor, el problema de la formación de la cuota media de ganancia. Constituye un gran progreso en la ciencia económica el que Marx parta siempre, en sus análisis, de los fenómenos económicos generales, del conjunto de la economía social, y no de casos aislados o de las manifestaciones superficiales de la competencia, que es a lo que suele limitarse la economía política vulgar o la moderna "teoría de la utilidad límite". Marx analiza primero el origen de la plusvalía y luego pasa a ver su descomposición en ganancia, interés y renta del suelo. La ganancia es la relación de la plusvalía con todo el capital invertido en una empresa. El capital de "alta composición orgánica" (es decir, aquel en el cual el capital constante predomina sobre el variable en proporciones superiores a la media social) arroja una cuota de ganancia inferior a la cuota media. El capital de "baja composición orgánica" da, por el contrario, una cuota de ganancia superior a la media. La competencia entre los capitales, su libre paso de unas ramas de producción a otras, reducen en ambos casos la cuota de ganancia a la cuota media. La suma de los valores de todas las mercancías de una sociedad dada coincide con la suma de precios de estas mercancías; pero en las distintas empresas y en las diversas ramas de producción las mercancías, bajo la presión de la competencia, no se venden por su valor, sino por el precio de producción, que equivale al capital invertido más la ganancia media.
Así, pues, un hecho conocido de todos, e indiscutible, es decir, el hecho de que los precios difieren de los valores y de que las ganancias se nivelan, lo explica Marx perfectamente partiendo de la ley del valor, pues la suma de los valores de todas las mercancías coincide con la suma de sus precios. Sin embargo, la reducción del valor (social) a los precios (individuales) no es una operación simple y directa, sino que sigue una vía indirecta y muy complicada: es perfectamente natural que en una sociedad de productores de mercancías dispersos, vinculados sólo por el mercado, las leyes que rigen esa sociedad no puedan manifestarse más que como leyes medias, sociales, generales, con una compensación mutua de las desviaciones individuales manifestadas en uno u otro sentido.
La elevación de la productividad del trabajo significa un incremento más rápido del capital constante en comparación con el variable. Pero como la creación de plusvalía es función privativa de éste, se comprende que la cuota de ganancia (o sea, la relación que guarda la plusvalía con todo el capital, y no sólo con su parte variable) acuse una tendencia a la baja. Marx analiza minuciosamente esta tendencia, así como las diversas circunstancias que la ocultan o contrarrestan. Sin detenernos a exponer los capítulos extraordinariamente interesantes del tomo III, que estudian el capítulo usurario, comercial y financiero, pasaremos a lo esencial, a la teoría de la renta del suelo. Debido a la limitación de la superficie de la tierra, que en los países capitalistas es ocupada enteramente por los propietarios particulares, el precio de producción de los productos agrícolas no lo determinan los gastos de producción en los terrenos de calidad media, sino en los de calidad inferior; no lo determinan las condiciones medias en que el producto se lleva al mercado, sino las condiciones peores. La diferencia existente entre este precio y el de producción en las tierras mejores (o en condiciones más favorables de producción) da lugar a una diferencia o renta diferencial. Marx analiza detenidamente la renta diferencial y de muestra que brota de la diferente fertilidad del suelo, de la diferencia de los capitales invertidos en el cultivo de las tierras, poniendo totalmente al descubierto (véase también la Teoría de la plusvalía, donde merece una atención especial la crítica que hace a Rodbertus) el error de Ricardo, según el cual la renta diferencial sólo se obtiene con el paso sucesivo de las tierras mejores a las peores. Por el contrario, se dan también casos inversos: tierras de una clase determinada se trasforman en tierras de otra clase (gracias a los progresos de la técnica agrícola, a la expansión de las ciudades, etc.), por lo que la tristemente célebre "ley del rendimiento decreciente del suelo" es profundamente errónea y representa un intento de cargar sobre la naturaleza los defectos, las limitaciones y contradicciones del capitalismo. Además, la igualdad de ganancias en todas las ramas de la industria y de la economía nacional presupone la plena libertad de competencia, la libertad de trasferir los capitales de una rama de producción a otra. Pero la propiedad privada sobre el suelo crea un monopolio, que es un obstáculo para la libre trasferencia. En virtud de ese monopolio, los productos de la economía agrícola, que se distingue por una baja composición del capital y, en consecuencia, por una cuota de ganancia individual más alta, no entran en el proceso totalmente libre de nivelación de las cuotas de ganancia. El propietario de la tierra, como monopolista, puede mantener sus precios por encima del nivel medio, y este precio de monopolio origina la renta absoluta. La renta diferencial no puede ser abolida mientras exista el capitalismo; en cambio, la renta absoluta puede serlo; por ejemplo, cuando se nacionaliza la tierra, convirtiéndola en propiedad del Estado. Este paso significaría el socavamiento del monopolio de los propietarios privados, así como una aplicación más consecuente y plena de la libre competencia en la agricultura. Por eso los burgueses radicales, advierte Marx, han presentado repetidas veces a lo largo de la historia esta reivindicación burguesa progresista de la nacionalización de la tierra, que asusta, sin embargo, a la mayoría de los burgueses, pues "afecta" demasiado de cerca a otro monopolio mucho más importante y "sensible" en nuestros días: el monopolio de los medios de producción en general. (El propio Marx expone en un lenguaje muy popular, conciso y claro su teoría de la ganancia media sobre el capital y de la renta absoluta del suelo, en la carta que dirige a Engels el 2 de agosto de 1862. Véase Correspondencia, t. III, págs. 77-81, y también en las págs. 86-87, la carta del 9 de agosto de 1862.) Para la historia de la renta del suelo resulta importante señalar el análisis en que Marx demuestra cómo la trasformación de la renta en trabajo (cuando el campesino crea el plusproducto trabajando en la hacienda del terrateniente) en renta natural o renta en especie (cuando el campesino crea el plusproducto en su propia tierra, entregándolo luego al terrateniente bajo una "coerción extraeconómica"), después en renta en dinero (que es la misma renta en especie, sólo que convertida en dinero, el obrok, censo de la antigua Rusia, en virtud del desarrollo de la producción de mercancías) y finalmente, en la renta capitalista, cuando en lugar del campesino es el patrono quien cultiva la tierra con ayuda del trabajo asalariado. En relación con este análisis de la "génesis de la renta capitalista del suelo", hay que señalar una serie de profundas ideas (que tienen una importancia especial para los países atrasados, como Rusia) expuestas por Marx acerca de la evolución del capitalismo en la agricultura."La trasformación de la renta natural en renta en dinero va, además, no sólo necesariamente acompaña da, sino incluso anticipada por la formación de una clase de jornaleros desposeídos, que se contratan por dinero. Durante el período de nacimiento de dicha clase, en que ésta sólo aparece en forma esporádica, va desarrollándose, por lo tanto, necesariamente, en los campesinos mejor situados y sujetos a obrok, la costumbre de explotar por su cuenta a jornaleros agrícolas, del mismo modo que ya en la época feudal los campesinos más acomodados sujetos a vasallaje tenían a su servicio a otros vasallos. Esto va permitiendoles acumular poco a poco cierta fortuna y convertirse en futuros capitalistas. De este modo va formándose entre los antiguos poseedores de la tierra que la trabajaban por su cuenta, un semillero de arrendatarios capitalistas, cuyo desarrollo se halla condicionado por el desarrollo general de la producción capitalista fuera del campo. . ." (El Capital, t. III2a, 332). "La expropiación, el desahucio de una parte de la población rural no sólo 'libera' para el capital industrial a los obreros, sus medios de vida y sus materiales de trabajo, sino que además crea el mercado interior." (El Capital, t. I2a, pág. 778). La depauperación y la ruina de la población del campo influyen, a su vez, en la formación del ejército industrial de reserva para el capital. En todo país capitalista "una parte de la población rural se encuentra constantemente en trance de trasformarse en población urbana o manufacturera [es decir, no agrícola]. Esta fuente de superpoblación relativa flota constantemente [. . .]. El obrero agrícola se ve constantemente reducido al salario mínimo y vive siempre con un pie en el pantano del pauperismo" (El Capital, I2a, 668). La propiedad privada del campesino sobre la tierra que cultiva es la base de la pequeña producción y la condición para que ésta florezca y adquiera una forma clásica. Pero esa pequeña producción sólo es compatible con los límites estrechos y primitivos de la producción y de la sociedad. Bajo el capitalismo "la explotación de los campesinos se distingue de la explotación del proletariado industrial sólo por la forma. El explotador es el mismo: el capital. Individualmente, los capitalistas explotan a los campesinos individuales por medio de la hipoteca y de la usura; la clase capitalista explota a la clase campesina por medio de los impuestos del Estado" (Las luchas de clases en Francia ). "La parcela del campesino sólo es ya el pretexto que permite al capitalista extraer de la tierra ganancias, intereses y renta, dejando al agricultor que se las arregle para sacar como pueda su salario." (El Diecíocho Brumario.) Habitualmente, el campesino entrega incluso a la sociedad capitalista, es decir, a la clase capitalista, una parte de su salario, descendiendo "al nivel del arrendatario irlandés, aunque en apariencia es un propietario privado" (Las luchas de clases en Francia ). ¿Cuál es "una de las causas por las que en países en que predomina la propiedad parcelaria, el trigo se cotice a precio más bajo que en los países en que impera el régimen capitalista de producción"? (El Capital, t. III2a, 340). La causa es que el campesino entrega gratuitamente a la sociedad (es decir, a la clase capitalista) una parte del plusproducto. "Estos bajos precios [del trigo y los demás productos agrícolas] son, pues, un resultado de la pobreza de los productores y no, ni mucho menos, consecuencia de la productividad de su trabajo" (El Capital, t. III2a, 340). Bajo el capitalismo, la pequeña propiedad agraria, forma normal de la pequeña producción, degenera, se destruye y desaparece. "La pequeña propiedad agraria, por su propia naturaleza, es incompatible con el desarrollo de las fuerzas productivas sociales del trabajo, con las formas sociales del trabajo, con la concentración social de los capitales, con la ganadería en gran escala y con la utilización progresiva de la ciencia. La usura y el sistema de impuestos la conduce, inevitablemente, por doquier, a la ruina. El capital invertido en la compra de la tierra es sustraído al cultivo de ésta. Dispersión infinita de los medios de producción y diseminación de los productores mismos. [Las cooperativas, es decir, las asociaciones de pequeños campesinos, cumplen un extraordinario papel progresista desde el punto de vista burgués, pero sólo pueden conseguir atenuar esta tendencia, sin llegar a suprimirla; además, no se debe olvidar que estas cooperativas dan mucho a los campesinos acomodados y muy poco o casi nada a la masa de campesinos pobres, ni debe olvidarse tampoco que las propias asociaciones terminan por explotar el trabajo asalariado.] Inmenso derroche de energía humana; empeoramiento progresivo de las condiciones de producción y encarecimiento de los medios de producción: tal es la ley de la [pequeña] propiedad parcelaria." En la agricultura, lo mismo que en la industria, el capitalismo sólo trasforma el proceso de producción a costa del "martirologio de los productores". "La dispersión de los obreros del campo en grandes superficies quebranta su fuerza de resistencia, al paso que la concentración robustece la fuerza de resistencia de los obreros de la ciudad. Al igual que en la industria moderna, en la moderna agricultura, es decir en la capitalista, la intensificación de la fuerza productiva y la más rápida movilización del trabajo se consiguen a costa de devastar y agotar la fuerza obrera de trabajo. Además, todos los progresos realizados por la agricultura capitalista no son solamente progresos en el arte de esquilmar al obrero, sino también en el arte de esquilmar la tierra [. . .]. Por lo tanto, la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción, minando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre". (EI Capital, t. I, final del capítulo XIII)

EL SOCIALISMO
Por lo expuesto, se ve que Marx llega a la conclusión de que es inevitable la trasformación de la sociedad capitalista en socialista basándose única y exclusivamente en la ley económica del movimiento de la sociedad moderna. La socialización del trabajo, que avanza cada vez con mayor rapidez bajo miles de formas, y que durante el medio siglo trascurrido desde la muerte de Marx se manifiesta en forma muy palpable en el incremento de la gran producción, de los cártels, los sindicatos y los trusts capitalistas, y en el gigantesco crecimiento del volumen y el poderío del capital financiero, es la base material más importante del advenimiento inevitable del socialismo. El motor intelectual y moral de esta trasformación, su agente físico, es el proletariado, educado por el propio capitalismo. Su lucha contra la burguesía, que se manifiesta en las formas más diversas, y cada vez más ricas en contenido, se convierte inevitablemente en lucha política por la conquista de su propio poder político (la "dictadura del proletariado"). La socialización de la producción no puede dejar de conducir a la trasformación de los medios de producción en propiedad social, es decir, a la "expropiación de los expropiadores". La enorme elevación de la productividad del trabajo, la reducción de la jornada de trabajo y la sustitución de los vestigios, de las ruinas de la pequeña producción, primitiva y desperdigada, por el trabajo colectivo perfeccionado: tales son las consecuencias directas de esa trasformación. El capitalismo rompe de modo definitivo los vínculos de la agricultura con la industria pero a la vez, al llegar a la culminación de su desarrollo, prepara nuevos elementos para restablecer esos vínculos, la unión de la industria con la agricultura, sobre la base de la aplicación conciente de la ciencia, de la combinación del trabajo colectivo y de un nuevo reparto de la población (acabando con el abandono del campo, con su aislamiento del mundo y con el atraso de la población rural, como también con la aglomeración antinatural de gigantescas masas humanas en las grandes ciudades). Las formas superiores del capitalismo actual preparan nuevas relaciones familiares, nuevas condiciones para la mujer y para la educación de las nuevas generaciones: el trabajo de las mujeres y de los niños, y la disolución de la familia patriarcal por el capitalismo, asumen inevitablemente en la sociedad moderna las formas más espantosas, miserables y repulsivas. No obstante, "la gran industria, al asignar a la mujer al joven y al niño de ambos sexos un papel decisivo en los procesos socialmente organizados de la producción, arrancándolos con ello a la órbita doméstica, crea las nuevas bases económicas para una forma superior de familia y de relaciones entre ambos sexos. Tan necio es, naturalmente, considerar absoluta la forma cristiano-germánica de la familia, como lo sería atribuir ese carácter a la forma romana antigua, a la antigua forma griega o a la forma oriental, entre las cuales media, por lo demás, un lazo de continuidad histórica. Y no es menos evidente que la existencia de un personal obrero combinado, en el que entran individuos de ambos sexos y de las más diversas edades, aunque hoy, en su forma capitalista primitiva y brutal, en que el obrero existe para el proceso de producción y no éste para el obrero, sea fuente apestosa de corrupción y esclavitud, bajo las condiciones que corresponden a este régimen necesariamente se trocará en fuente de evolución humana" (El Capital, t. I, final del cap. XIII). Del sistema fabril brota "el germen de la educación del porvenir en la que se combinará para todos los niños a partir de cierta edad el trabajo productivo con la enseñanza y la gimnasia, no sólo como método para intensificar la producción social, sino también como el único método que permite producir hombres plenamente desarrollados" (Loc. cit.). Sobre esa misma base histórica plantea el socialismo de Marx los problemas de la nacionalidad y del Estado, no limitándose a una explicación del pasado, sino previendo audazmente el porvenir y en el sentido de una intrépida actuación práctica encaminada a su realización. Los estados nacionales son el fruto inevitable y, además, una forma inevitable de la época burguesa de desarrollo de la sociedad. Y la clase obrera no podía fortalecerse, alcanzar su madurez y formarse, sin "organizarse en el marco de la nación", sin ser "nacional" ("aunque de ningún modo en el sentido burgués"). Pero el desarrollo del capitalismo va destruyendo cada vez más las barreras nacionales, pone fin al aislamiento nacional y sustituye los antagonismos nacionales por los antagonismos de clase. Por eso es una verdad innegable que en los países capitalistas adelantados "los obreros no tienen patria" y que la "conjunción de los esfuerzos" de los obreros, al menos de los países civilizados, "es una de las primeras condiciones de la emancipación del proletariado" (Manifiesto Comunista). El Estado, es decir, la violencia organizada, surgió inevitablemente en determinada fase del desarrollo social, cuando la sociedad se dividió en clases antagónicas y su existencia se hubiera hecho imposible sin un "poder" situado, aparentemente, por encima de la sociedad y hasta cierto punto seperado de ella. El Estado, fruto de los antagonismos de la clase, se convierte en "el Estado de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante, que, con ayuda de él, se convierte también en la clase políticamente dominante, adquiriendo con ello nuevos medios para la represión y la explotación de la clase oprimida. Así, el Estado de la antiguedad era, ante todo, el Estado de los esclavistas, para tener sometidos a los esclavos; el Estado feudal era el órgano de que se valía la nobleza para tener sujetos a los campesinos siervos, y el moderno Estado representativo es el instrumento de que se sirve el capital para explotar el trabajo asalariado" (Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, obra en la que el autor expone sus propias ideas y las de Marx). Incluso la forma más libre y progresista del Estado burgués, la república democrática, no suprime de ningún modo este hecho; lo único que hace es variar su forma (vínculos del gobierno con la Bolsa, corrupción -- directa o indirecta -- de los funcionarios y de la prensa, etc.). El socialismo, que conduce a la abolición de las clases, conduce con ello a la supresión del Estado. "El primer acto -- escribe Engels en su Anti-Dühring -- en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de la sociedad, la expropiación de los medios de producción en nombre de la sociedad, es a la par su último acto independiente como Estado. La intervención del poder del Estado en las relaciones sociales se hará superflua en un campo tras otro de la vida social y cesará por sí misma. El gobierno sobre las personas será sustituido por la administración de las cosas y por la dirección de los procesos de producción. El Estado no será 'abolido'i se extinguirá." "La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre de productores iguales, enviará toda la máquina del Estado al iugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antiguedades, junto a la rueca y al hacha de bronce" (F. Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.)
Por último, en relación con el problema de la actitud del socialismo de Marx hacia los pequeños campesinos, que seguirán existiendo en la época de la expropiación de los expropiadores, debemos señalar unas palabras de Engels, que expresan a su vez las ideas de Marx: "Cuando tengamos en nuestras manos el poder estatal, no podremos pensar en expropiar violentamente a los pequeños campesinos (con indemnización o sin ella) como habrá que hacerlo con los grandes terratenientes. Con respecto a los pequeños campesinos, nuestra misión consistirá, ante todo, en encauzar su producción individual y su propiedad privada hacia un régimen cooperativo, no de un modo violento, sino mediante el ejemplo y ofreciéndoles la ayuda social para este fin. Y entonces es indudable que nos sobrarán medios para hacer ver al campesino todas las ventajas que le dará semejante paso, ventajas que le deben ser explicadas desde ahora"[7] (Engels, El problema agrario en Occidente, ed. de Alexéieva, pág. 17; la trad. rusa contiene errores. Véase el original en Neue Zeit ).

LA TÁCTICA DE LA LUCHA DE CLASE DEL PROLETARIADO
Después de esclarecer, ya en los años 1844-1845, uno de los defectos fundamentales del antiguo materialismo, que consiste en no comprender las condiciones de la actividad revolucionaria práctica, ni apreciar su importancia, Marx consagra, a lo largo de su vida, una intensa atención, a la vez que a los trabajos teóricos, a los problemas tácticos de la lucha de clase del proletariado Todas las obras de Marx, y en particular los cuatro volúmenes de su correspondencia con Engels, publicados en 1913, nos ofrecen a este respecto una documentación copiosísima. Estos documentos distan mucho de estar debidamente recopilados, sistematizados, estudiados y analizados. Por eso tendremos que limitarnos aquí exclusivamente a algunas observaciones muy generales y breves, subrayando que el materialismo, despojado de e s t e aspecto, era justamente para Marx un materialismo a medias, unilateral, sin vida. Marx trazó el objetivo fundamental de la táctica del proletariado en rigurosa consonancia con todas las premisas de su concepción materialista dialéctica del mundo. Sólo considerando en forma objetiva el conjunto de las relaciones mutuas de todas las clases, sin excepción, de una sociedad dada, y teniendo en cuenta, por lo tanto, el grado objetivo de desarrollo de esta sociedad y sus relaciones mutuas y con otras sociedades, podemos disponer de una base que nos permita trazar certeramente la táctica de la clase de vanguardia. A este respecto, todas las clases y todos los países se examinan de un modo dinámico, no estático; es decir, no como algo inmóvil, sino en movimiento (movimiento cuyas leyes emanan de las condiciones económicas de vida de cada clase). A su vez, el movimiento se estudia, no sólo desde el punto de vista del pasado, sino también del porvenir, y, además, no con el criterio vulgar de los "evolucionistas", que sólo ven los cambios lentos, sino dialécticamente: "En desarrollos de tal magnitud, veinte años son más que un día -- escribía Marx a Engels --, aun cuando en el futuro puedan venir días en que estén corporizados veinte años". (Correspondencia, t. III, pág. 127)[8] La táctica del proletariado debe tener presente, en cada grado de desarrollo, en cada momento, esta dialéctica objetivamente inevitable de la historia humana; por una parte, aprovechando las épocas de estancamiento político o de desarrollo a paso de tortuga -- la llamada evolución "pacífica" -- para elevar la conciencia, la fuerza y la capacidad combativa de la clase avanzada, y por otra parte, encauzando toda esta labor de aprovechamiento hacia el "objetivo final" del movimiento de dicha clase capacitándola para resolver prácticamente las grandes tareas de los grandes días "en que estén corporizados veinte años". Sobre esta cuestión hay dos apreciaciones de Marx que tienen gran importancia: una, de la Miseria de la filosofia, se refiere a la lucha económica y a las organizaciones económicas del proletariado; la otra es del Manifiesto Comunista y se refiere a sus tareas políticas. La primera dice así: "La gran industria concentra en un solo lugar una multitud de personas que se desconocen entre sí. La competencia divide sus intereses. Pero la defensa de su salario, es decir, este interés común frente a su patrono, los une en una idea común de resistencia, de coalición [. . .]. Las coaliciones, al principio aisladas, forman grupos y la defensa de sus asociaciones frente al capital, siempre unido, acaba siendo para los obreros más necesaria que la defensa de sus salarios [. . .]. En esta lucha, que es una verdadera guerra civil, se van aglutinando y desarrollando todos los elementos para la batalla futura. Al llegar a este punto, la coalición adquiere un carácter político". He aquí, ante nosotros, el programa y la táctica de la lucha económica y del movimiento sindical para varios decenios, para toda la larga época durante la cual el proletariado prepara sus fuerzas "para la batalla futura". Compárese esto con los numerosos ejemplos que Marx y Engels sacan del movimiento obrero inglés, de cómo la "prosperidad" industrial da lugar a intentos de "comprar al proletariado" (Correspondencia con Engels, t. I, pág. 136)[9] y de apartarlo de la lucha ¡ de cómo esta prosperidad en general "desmoraliza a los obreros" (II, 218); de cómo "se aburguesa" el proletariado inglés y de cómo "la más burguesa de las naciones [Inglaterra], aparentementlo tiende a poseer una aristocracia burguesa y un proletariado burgués, además de una burguesía" (II, 290)[10]; de cómo desaparece la "energía revolucionaria" del proletariado inglés (III, 124); de cómo habrá que esperar más o menos tiempo hasta que "los obreros ingleses se libren de su aparente contaminación burguesa" (III, 127); de cómo al movimiento obrero inglés le falta "el ardor de los cartistas [11]" (1866; III, 305)[12]; de cómo los líderes de los obreros ingleses forman un tipo medio entre burgués radical y obrero" (caracterización que se refiere a Holyoake, IV, 209); de cómo, en virtud de la posición monopolista de Inglaterra y mientras subsista este monopolio, "no hay nada que hacer con el obrero inglés" (IV, 433)[13]. La táctica de la lucha económica en relación con la marcha general (y con el desenlace ) del movimiento obrero se examina aquí desde un punto de vista admirablemente amplio, universal, dialéctico y verdaderamente revolucionario.
El Manifiesto Comunista establece la siguiente tesis fundamental del marxismo sobre la táctica de la lucha política: "Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero al mismo tiempo defienden también, dentro del movimiento actual, el porvenir de este movimiento". Por eso Marx apoyó en 1848, en Polonia, al partido de la "revolución agraria", es decir, al "partido que hizo en 1846 la insurrección de Cracovia" En Alemania, Marx apoyó en 1843-1849 a la democracia revolucionaria extrema, sin que jamás tuviera que retractarse de lo que entonces dijo en materia de táctica. La burguesía alemana era para él un elemento "inclinado desde el primer instante a traicionar al pueblo [sólo la alianza con los campesinos hubiera permitido a la burguesía alcanzar plenamente sus objetivos] y a llegar a un compromiso con los representantes coronados de la vieja sociedad". He aquí el análisis final hecho por Marx acerca de la posición de clase de la burguesía alemana en la época de la revolución democrático-burguesa. Este análisis es, entre otras cosas, un modelo de materialismo que enfoca a la sociedad en movimiento y, por cierto, no sólo desde el lado del movimiento que mira hacia atrás : ". . . sin fe en sí misma y sin fe en el pueblo; gruñendo contra los de arriba y temblando ante los de abajo; [. . .] empavorecida ante la tempestad mundial; [. . .] sin energía en ningún sentido y plagiando en todos; [. . .] sin iniciativa; [. . .] un viejo maldito que está condenado a dirigir y a desviar, en su propio interés senil, los primeros impulsos juveniles de un pueblo robusto [. . .]" (Nueva Gaceta del Rin, 1848; véase La herencia literaria, t. III, pág. 212)[14]. Unos veinte años después, en carta dirigida a Engels (III, 224), decía Marx que la causa del fracaso de la revolución de 1848 era que la burguesía había preferido la paz con esclavitud a la simple perspectiva de una lucha por la libertad. Al cerrarse el período de la revolución de 1848-1849, Marx se alzó contra los que se empeñaban en seguir jugando a la revolución (lucha contra Schapper y Willich), sosteniendo la necesidad de saber trabajar en la época nueva, en la fase de la preparación, aparentemente "pacífica", de nuevas revoluciones. En el siguiente pasaje, en el que enjuicia la situación alemana en los tiempos de la más negra reacción, en 1856; se muestra en qué sentido pedía Marx que se encauzara esta labor: "Todo el asunto dependerá en Alemania de la posibilidad de cubrir la retaguardia de la revolución proletaria mediante una segunda edición de la guerra campesina" (Correspondencia con Engels, t. II, pág. 108)[15]. Mientras en Alemania no se llevó a término la revolución democrática (burguesa), Marx concentró toda su atención, en lo referente a la táctica del proletariado socialista, en impulsar la energía democrática de los campesinos. Opinaba que la actitud de Lassalle era, "objetivamente, una traición al movimiento obrero en beneficio de Prusia" (III, 210), entre otras cosas porque se mostraba demasiado indulgente con los terratenientes y el nacionalismo prusiano. "En un país agrario -- escribía Engels en 1865, en un cambio de impresiones con Marx a propósito de una proyectada declaración conjunta a la prensa -- es una vileza alzarse únicamente contra la burguesía en nombre del proletariado industrial, olvidando por completo la patriarcal 'explotación a palos' de los obreros agrícolas por parte de la nobleza feudal" (t. III, 217)[16]. En el período de 1864 a 1870, cuando tocaba a su fin la época en que culminó la revolución democrático-burguesa de Alemania, la época en que las clases explotadoras de Prusia y Austria luchaban en torno a los medios para llevar a término esta revolución desde arriba, Marx no sólo condenó la conducta de Lassalle por sus coqueterías con Bismarck, sino que llamó al orden a Liebknecht, que se había dejado ganar por la "austrofilia" y defendía el particularismo. Marx exigía una táctica revolucionaria que combatiese implacablemente tanto a Bismarck como a los austrófilos, una táctica que no se acomodara al "vencedor", al junker prusiano, sino que reanudase inmediatamente la lucha revolucionaria contra él, incluso en la situación creada por las victorias militares de Prusia (Correspondencia con Engels, III, 134, 136, 147, 179, 204, 210, 215, 418, 437, 440-441)[17]. En el famoso llamamiento de la Internacional del 9 de septiembre de 1870, Marx prevenía al proletariado francés contra un alzamiento prematuro; no obstante, cuando éste se produjo, a pesar de todo, en 1871, acogió con entusiasmo la iniciativa revolucionaria de las masas que "tomaban el cielo por asalto" (carta de Marx a Kugelmann). En esta situación, como en muchas otras, la derrota de la acción revolucionaria representaba, desde el punto de vista del materialismo dialéctico que sustentaba Marx, un mal menor en la marcha general y en el desenlace de la lucha proletaria, en comparación con lo que hubiela representado el abandono de las posiciones ya conquistadas, es decir, la capitulación sin lucha. Esta capitulación habría desmoralizado al proletariado y mermado su combatividad. Marx, que apreciaba en todo su valor el empleo de los medios legales de lucha en los períodos de estancamiento político y de dominio de la legalidad burguesa, condenó severamente, en los años de 1877-1878, después de promulgarse la ley de excepción contra los socialistas, las "frases revolucionarias" de Most; pero combatió con no menos energía, tal vez con más vigor, el oportunismo que por entonces se había adueñado temporalmente del partido socialdemócrata oficial, que no había sabido dar pruebas inmediatas de firmeza, decisión, espíritu revolucionario y disposición a pasar a la lucha ilegal en respuesta a la ley de excepción (Cartas de Marx a Engels, IV, 397, 404, 418, 422 y 424.[18] Véanse también las cartas a Sorge).

V.I Lenin

CARLOS MARX

(1914)

NOTAS
1. V. I. Lenin empezó a escribir el artículo "Carlos Marx" -- destinado al Diccionario enciclopédico de la Sociedad Granat Hnos. -- en la primavera de 1914, en Poronin (Galitzia), y lo terminó en noviembre de 1914 en Berna (Suiza). En el prólogo a la edición de 1918 de este artículo (aparecida como separata), Lenin cree recordar el año 1913 como fecha en que fue escrito.
Apareció por primera vez en 1915, en el Diccionario, con la firma de V. Ilín, seguido de una "Bibliografía del marxismo". Teniendo en cuenta la censura, la redacción prescindió de dos capítulos -- "El socialismo" y "La táctica de la lucha de clase del proletariado" -- e introdujo una serie de modificaciones en el texto.
En 1918, la Editorial Pribói publicó este trabajo, con el prólogo de V. I. Lenin, en forma de folleto, reproduciendo el texto que había aparecido en el Diccionatio, pero sin la "Bibliografía del marxismo".
El texto completo del artículo, según el manuscrito, fue publicado por primera vez en 1925, en Marx-Engels-marxismo, recopilación de artículos preparada por el Instituto Lenin, anejo al CC del PC(b) de Rusia.
2. Véase Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXI.)
3. Véanse La carta de Marx a A. Ruge de septiembre de 1843 (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. I.) y "Introducción de la Contribución a la crítica de la filosofía del Derecho, de Hegel ". (Loc. cit.)
4. El partido de la pequeña burguesia "La Montaña" organizó, el 13 de junio de 1849, una manifestación pacífica en París para protestar contra la intervención del Gobierno, que había enviado al ejército francés a aplastar una revolución en Italia, pisoteando asi la Constitución de la República Francesa. Esta Constitucion prohibe utilizar el ejército francés para oponerse contra la libertad de otros pueblos. La manifestación fue disuelta por el ejército. Este fracaso confirmó la bancarrota del democratismo de la pequeña burguesia francesa. Después del 13 de junio, las autoridades empezaron a perseguir a los demócratas, emigrados incluidos.
5. Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XIV.
6. Se alude a Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXI.)
7. Véase El problema campesino en Francia y en Alemania (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXII.)
8. Véase la carta de Marx a Engels del 9 de abril de 1863.
9. Véase la carta de Engels a Marx del 5 de febrero de 1851.
10. Véanse la carta de Engels a Marx del 17 de diciembre de 1857 y la del 7 de octubre de 1858.>
11. Se refiere a los participantes del movimiento constitucionalista de la década 30 a la 40 del siglo XIX. Este es primer movimiento de masas con una intención politica.
12. Véanse la carta de Engels a Marx del 8 de abril de 1863, la de Marx a Engels del 9 de abril de 1863 y la del 2 de abril de 1866.
13. Véanse las cartas de Engels a Marx del 19 de noviembre de 1869 y del 11 de agosto de 1881.
14. Véase La burguesia y la contrarrevolución. (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. VI, pág. 127.)
15. Véase la carta de Marx a Engels del 16 de abril de 1856.
16. Véanse las cartas de Engels a Marx del 27 de enero de 1865 y del 5 de febrero de 1865.
17. Véanse las siguientes cartas: La de Engels a Marx del 11 de junio de 1863, la de Marx a Engels del 12 de junio de 1863, la de Engels a Marx del 24 de noviembre de 1863, y la fechada el 4 de septiembre de 1864; la carta de Marx a Engels del 10 de diciembre de 1864, la de Engels a Marx del 27 de enero de 1865, la de Marx a Engels del 3 de febrero de 1865, las de Engels a Marx con fecha del 22 de octubre de 1867, y la fechada el 6 de diciembre de 1867 y la carta de Marx a Engels del 17 de diciembre de 1867.
18. Véanse las siguientes cartas: de Marx a Engels el 23 de julio de 1877 y el 1 de agosto de 1877; de Engels a Marx el 20 de agosto de 1879, el 9 de septiembre de 1879 y de Marx a Engels el 10 de septiembre de 1879.

Fuente: Unión de Juventudes Socialista de Puerto Rico.